El día de la tan esperada fiesta de reunión había llegado. Ava estaba revoloteando de emoción ante la idea de reconectarse con sus amigos. De pie frente al espejo, sonreía a su reflejo, sus labios rojos curvándose en una amplia sonrisa que irradiaba confianza.
El vestido azul que llevaba puesto se adhería maravillosamente a sus curvas, la tela fluyendo con gracia hasta el suelo, realzando su figura. Su escote corazón mostraba elegantemente su pecho, sumándolo a su belleza.
—Perfecto —susurró ella, sintiéndose satisfecha con su apariencia. Sus dedos bailaban entre los mechones sueltos de cabello que enmarcaban su rostro.
Con su bolso en mano, Ava salió de la casa, sus pasos rebosantes de emoción. Tan pronto como salió, notó a Nicholas, que estaba apoyado contra su reluciente Bugatti rojo, luciendo sin esfuerzo su encantador traje azul marino. La brisa vespertina revolvía su cabello rojo, añadiendo un toque casual a su apariencia pulcra.