Todos los ojos se volvieron hacia Ava. Cada rostro en la habitación estaba lleno de preguntas, dudas girando silenciosamente.
—¿Está diciendo la verdad? —preguntó Dylan.
Los labios de Ava se curvaron en una mueca fría. —¿Confías en él más que en tu esposa? —Ella ya había anticipado su reacción, y solo profundizó su amargura.
—No es lo que quiero decir —replicó—. Solo intento entender qué demonios pasó aquí.
Ava inclinó ligeramente la cabeza, cruzando los brazos con fuerza contra su pecho, su postura desafiante. —¿Oh, en serio? ¿Y me creerás si digo que él puso algo en mi bebida? ¿Que intentó aprovecharse de mí? —Había una furia fría detrás de su tono calmado—. Si no me crees, puedes enviar el vino a analizar —dijo Ava, asintiendo hacia su copa de vino sobre la mesa.
—No, no! —exclamó el señor Moore—. Señor Brooks, ¡tiene que creerme! ¡Yo no puse nada en su bebida! ¡Ella podría haber mezclado algo por sí misma! ¡Ella me está tendiendo una trampa!