—El General Luo se burló. Era de conocimiento común en el País del Dragón Azul que su hija era lo más preciado que tenía en el mundo y el abuelo de Ling Yu casi la había matado, a su querida tesoro. Entonces, ¿por qué no estaría allí intentando salvarla en este momento crucial? ¡Sería un completo idiota si en realidad hiciera tal cosa!
—Yin'er, parece que hemos terminado aquí. Vamos.
La mirada de Luo Yin se posó en el hermoso rostro de Gu Ruoyun al escuchar las palabras del General Luo. Sostuvo sus manos tan fuerte como pudo y dijo:
—Parece que no hay nada más que hacer aquí. Volveré a la mansión del general con mi padre. Recuerda buscarnos si algo más sucede.
—Gracias.
Gu Ruoyun estuvo callada la mayor parte del tiempo, pero esas dos palabras transmitieron toda la gratitud y sentimientos que tenía.