—Xiao Yun, ¿he dicho algo incorrecto? —Al ver el repentino silencio de Gu Ruoyun, una ola de pánico comenzó a acumularse en el corazón de Qianbei Ye, por lo que decidió formular sus preguntas con cuidado.
—No lo sé —Qianbei Ye miró el delicado rostro de la chica con ojos rojos que mostraban su resolución—. Solo sé que desde el primer momento en que te vi, he querido protegerte.
Las profundidades del corazón de Gu Ruoyun comenzaron a temblar, y cerró lentamente los ojos.
—Xiao Ye, llevo aquí más de un mes. No sé si el Salón de las Cien Hierbas ha tenido algún problema, voy a ir a echar un vistazo primero —La chica abrió los ojos, y una sonrisa apareció en su bonito rostro—. Madre, Yu'er, Abuelo... Descansad tranquilos, llegará el día en que regresaré al Continente del Pico del Este, allanando el camino de mi regreso con la sangre de nuestros enemigos.
—Oh, una cosa más, Xiao Ye, hay algo en lo que me gustaría que me ayudaras.
...
Todo estaba en silencio en el Salón de las Cien Hierbas.
—Señora, ¿está aquí? —Mm, ¿dónde está el Anciano Yu? —Señora, el Anciano Yu no está en el Salón de las Cien Hierbas en este momento. ¿Quiere que lo llame? —Sí, llama al Anciano Yu y dile que tengo un asunto urgente. Además... —Gu Ruoyun sacó casualmente un pedazo de papel y dijo sin expresión—, trae todas las hierbas escritas en este papel lo más rápido que puedas.
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—Sí, mi señora.
El Encargado Zhao echó un vistazo a las hierbas en la lista de Gu Ruoyun y se sorprendió en silencio. Sin embargo, respetuosamente se retiró sin decir una palabra más.
Su corazón se sentía curioso. Las hierbas que la señora había pedido eran extremadamente preciadas. Algunas de las cuales solo crecían una hoja cada varios cientos de años. Encargado Zhao se preguntaba: ¿Qué haría ella con éstas?
Sin embargo, gracias a los vastos recursos del Salón de las Cien Hierbas, solo fue cuestión de momentos antes de que trajera todas las hierbas ante Gu Ruoyun.
Poco después, el Anciano Yu también apareció...
—Necesito salir por un momento —dijo Gu Ruoyun—. Anciano Yu, por favor, espere fuera de la habitación y no permita que nadie entre a molestarme.
Después de eso, se volvió y caminó hacia el patio trasero del Salón de las Cien Hierbas.
Aunque tanto el Encargado Zhao como el Anciano Yu sentían una enorme curiosidad, ninguno de ellos cuestionó las órdenes de Gu Ruoyun.
Justo después de que Gu Ruoyun entrara en la Pagoda Divina Antigua, inmediatamente preguntó:
—Zixie, ya tengo los materiales para la Píldora de Recolección de Espíritu. ¿Vamos a empezar a refinarla ahora?
Zixie sonrió:
—El método para refinar esta Píldora de Recolección de Espíritu es un poco diferente de cómo refinamos la Píldora de Acumulación de Qi. Sin embargo, producirán el mismo resultado. No debería ser demasiado difícil para ti. Bien, puedes intentarlo ahora.
—De acuerdo —respondió Gu Ruoyun, asintiendo antes de dirigir su mirada hacia el caldero.
El sol se ponía en el oeste.
El hombre viejo estaba fuera de la puerta, sin hacer un solo movimiento, como una estatua. Su señora había estado dentro de la habitación todo el día, desde el momento en que había entrado hasta este momento, y no había habido ni un solo indicio de movimiento tampoco. No sabía nada sobre la situación dentro de esa habitación.
Justo cuando empezaba a hacerse conjeturas sobre la razón por la que Gu Ruoyun lo había estado buscando, la puerta de la habitación detrás de él se abrió lentamente. Entonces, la clara voz de la chica le llamó.
—Anciano Yu, por favor, entre.
—Sí, mi señora —respondió el Anciano Yu girándose para entrar en la habitación. Miró a la chica de pie en el centro de la habitación y, con una expresión de máximo respeto, dijo:
— Me pregunto, ¿para qué asunto me ha convocado hoy, mi Señora?
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