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—Todos, para probar la validez de las píldoras, hemos invitado a alguien para que verifique su autenticidad. Vamos a invitarlo a entrar ahora —dijo el Encargado Zhao con una tos seca antes de hablar con una sonrisa brillante.
La multitud discutidora se quedó en silencio en el momento en que estas palabras fueron transmitidas y desviaron su mirada hacia la puerta. Poco después, escucharon un ligero sonido de tos cuando un anciano con un bastón entró al Salón de las Cien Hierbas.
El anciano parecía senil y necesitaba ayuda de otros para caminar. Su rostro viejo estaba tan arrugado como la corteza de un árbol marchito. Uno podría decir que estaba casi al final de su viaje en la vida sin mucho tiempo de sobra.
—¿No es ese el Tutor Imperial? —preguntó alguien.
