—Dama Ruoyun, ¿es cierto lo que ha dicho? —Entre los asientos del banquete, un hombre de mediana edad con una gran panza tragó saliva, sus ojos llenos de agradable sorpresa. Sin embargo, tras una reflexión, preguntó con hesitación:
—¿Hay algún requisito para comprar las píldoras?
—Por ejemplo, ser de cierta identidad o algo por el estilo. —Gu Ruoyun barrió al hombre de mediana edad con la mirada, sonrió y dijo:
—Tengan la seguridad, Primer Ministro Cheng, las píldoras se venden por orden de llegada, no habrá requisitos, claro, siempre y cuando todos ustedes tengan suficientes monedas de oro. Después de todo, los precios en el Salón de las Cien Hierbas no son nada baratos, si no tienen suficientes monedas de oro, pueden comerciar con bienes de igual precio. —La respuesta dada por ella fue como darle a todos un aseguramiento. Después de todo, los funcionarios del gobierno imperial no estaban calificados para asistir a la subasta anterior, por lo que tenían algunas preocupaciones.
