—¡Estos hombres intentaron atacar a mis amigos, Maestro Abel, así que les corté la cabeza como su castigo! —espetó el comandante en jefe Hopkins.
Abel sabía que era posible arrestar a todos los que habían conspirado contra él en una sola noche. Sin embargo, para encontrar la fuente de la conspiración, así como prepararse para atacar al grupo de mercenarios, tenía que ser un servicio de inteligencia extremadamente poderoso para lograr tal tarea. Aunque aquel señor insignificante formaba parte de la conspiración contra Abel, fue asesinado por un asunto tan pequeño. Esto ciertamente traería muchos problemas para el comandante en jefe Hopkins en el futuro.