Tan pronto como la explosión cesó, Abel sintió ansiedad proveniente del cielo. Nube Blanca se lanzó hacia abajo a casi máxima velocidad en dirección a la explosión. Cuando vio que el suelo estaba un poco levantado, pero Abel estaba sano y salvo, el ánimo de Nube Blanca se calmó.
El gorrión del cielo era una criatura muy tímida. Dicho esto, Nube Blanca se había lanzado hacia la explosión por cuanto le importaba la seguridad de Abel, lo cual debió haber sido muy difícil para él debido a sus instintos.
Abel observó cómo Nube Blanca aterrizaba en el suelo. Extendió sus manos para acariciar sus plumas, y éste también estiró su cabeza para coordinar con sus movimientos. Los dos parecían ser un gran par de compañeros juntos.
De vuelta al borde del acantilado. En este momento, el acantilado se había derrumbado unos diez metros, lo que fue más devastador de lo que Abel había imaginado. Aquella espada explosiva era una bomba. Era tan mortal como una bomba aérea en la Tierra.