El viento seco de la noche se arremolinó, abriendo las nubes para revelar la luna oculta tras ellas.
La luz de la luna teñía las cejas y los ojos de la chica con un tono blanco plateado, como si estuvieran recubiertos con una capa de escarcha, fríamente penetrante como la nieve.
Era un rostro excepcionalmente impactante, inolvidable a primera vista.
Sin embargo, el aura imponente que emanaba de la chica eclipsaba enérgicamente el impacto de su apariencia en este momento.
—¡Pum!
El corazón de Mang Hu se detuvo abruptamente.
Ante tal semblante, se encontró desprovisto de distracciones o deseos, quedándole solo el miedo.
—Dime, ¿cómo quieres matarme? —la expresión de Ye Wanlan permanecía tranquila—. Si logras satisfacerme, quizás solo coopere contigo.
Al escuchar esto, Mang Hu se dio cuenta de que la chica frente a él era la misma Ye Wanlan de la que había estado hablando extensamente, pero le pareció algo increíble.