—Jian Yujie no escuchaba a Ji Ming sin importar lo que decía. ¡No escucharía a alguien que hablaba mal de Yiling! —pensó para sí.
Mientras Jian Yiling miraba la espalda de Jian Yujie, su corazón se sentía cálido.
—Esta fue la primera vez que alguien se puso frente a ella —murmuró para sí.
Ji Ming también se quedó sin palabras. Razonar con Jian Yujie no funcionaba en absoluto. Especialmente si Jian Yujie estaba tan convencido de que Jian Yiling no podía hacer nada mal.
—Bien bien, no discutiré contigo. Si eliges ser ciego y sordo, esa es tu decisión. ¡No vengas a mí cuando te estafen! —exclamó Ji Ming, frustrado.
—No necesitas decir eso. Por ahora, solo necesitas disculparte con Yiling —respondió Jian Yujie, firme.
—¿Por qué necesito disculparme? Le pisé y ella también me pisó a mí. ¿Por qué necesito disculparme con ella? —replicó Ji Ming con irritación.
La discusión entre Ji Ming y Jian Yujie se hacía cada vez más fuerte.
En ese momento, apareció Yu Xi.
