—¿Qué es Su Ran de todos modos? —preguntó alguien.
—¡Ni siquiera merece ser comparada con ella! —exclamó otro.
—Abuela, ten por seguro que haré prosperar a la Familia Su —dijo Xinyan con determinación.
—Jajaja... Bien, verdaderamente eres hija de Su Hongde, ambiciosa —comentó la abuela con una sonrisa.
Su Hongde miró a Su Xinyan con satisfacción y rió a carcajadas.
—Un tigre padre no engendra una hija perro, ¿cierto? Todo es porque tengo un padre astuto y capaz —afirmó Xinyan orgullosa.
La risa llenó la sala de estar.
—Después de un día ajetreado, Su Ran condujo directamente a casa —narró el autor.
El negro Audi aceleró por calles adornadas con luces deslumbrantes y una cacofonía de colores.
Lo primero que hizo al llegar a casa fue tomar un baño.
Se lavó el maquillaje y el cansancio.
Una hora más tarde, salió del baño en su bata de baño, se sentó en el sofá y pareció recordar algo mientras buscaba su teléfono en su bolso.