Sus ojos eran profundos y su voz sexy lentamente ondulaba a través del aire.
—¿Enfatizando la sinceridad a propósito? —La risa baja y magnética del hombre llevaba una riqueza seductora.
—Entonces, ¿ya has sentido mi sinceridad? —La cabeza de Su Ran daba vueltas, el hombre ante ella hoy incomprensiblemente tentador.
Los dos estaban extremadamente cerca, capaces de escuchar los latidos del corazón del otro. Su exhalación, su inhalación, sus cálidos alientos se entrelazaban en el espacio confinado.
Su actitud perezosa y casual parecía contenida y al mismo tiempo sensualmente emocionante, acelerando el latido de su corazón.
Las cejas de Su Ran se alzaron ligeramente, sus ojos desbordaban encanto.
—¿Sinceridad que se salta los pasos? —El hombre la miró con ojos profundos con un tabú no expresado. Su Ran instintivamente se echó hacia atrás, su espalda presionando rápidamente contra la puerta del coche, sin lugar a donde retroceder.