—Esta desgraciada, ¿todavía tiene algún respeto por sus mayores? —Su Xinyan mordió su labio, su delicado rostro lleno de preocupación y agravio.
—Abuela, ¿y si mi hermana no asiste mañana? —Un brillo astuto centelleó en los pícaros ojos de Wen Peipei.
—Ella no se atreverá, debe ir quiera o no quiera. —Pero... ¿y si mi hermana no quiere cooperar...? —Wen Peipei resopló ligeramente, su rostro una imagen de astucia e intriga.
—Naturalmente tengo formas de hacer que coopere. —Al oír esto, una sonrisa se fue dibujando gradualmente en los labios de Su Xinyan, una alegría triunfal brillando en sus hermosos ojos.