—Yo, Mu Xingchou, he cometido muchos errores a lo largo de los años —dijo Mu Xingchou con voz temblorosa—. Mi error más lamentable es haber sido lujurioso y causar que el General Joven Yun y la Joven Señora perdieran la vida en el campo de batalla. Aun si usara toda mi vida, nunca podría redimirme de este pecado.
La expresión de Mu Xingchou se volvía cada vez más desagradable, la mano que sostenía la carta de confesión también temblaba aún más, sus ojos llenos de desesperación.
—Segundo, cuando era joven, tuve un affaire con mi cuñada y fui descubierto accidentalmente por mi hermano mayor. Para evitar que este asunto se conociera, envenené a mi hermano mayor y afirmé que había muerto de una enfermedad ante el público.
¡Guau!
El público se alborotó. No importaba cómo, la gente no habría imaginado que Mu Xingchou no solo tuviera un affaire ilícito con su cuñada, sino que también planeara la muerte de su propio hermano biológico. ¿Por qué Dios no se lleva a un bastardo como este?