Al sexto día desde que Max comenzó a cultivar...
¡Toc! ¡Toc!
Alguien tocó la puerta.
—Hmm... —Max abrió sus ojos, con una ligera mueca en su rostro—. Bueno, de todas formas iba a parar y salir a tomar un poco de aire fresco.
Se levantó, estiró su cuerpo y fue a abrir la puerta, sin molestarse en enojarse por la repentina perturbación ya que sería un desperdicio de energía que encontraba escasa después de cultivar día y noche.
Crujido~ ¡Whoosh!
Justo cuando abrió la puerta, un aroma familiar le llegó a la nariz, y se encontró abrazando un pequeño cuerpo suave. Era Leticia.
Belen también estaba parada en la puerta; ella le sonrió ligeramente en saludo, pero Max pudo ver que no parecía muy feliz. Pero no pensó demasiado y le asintió antes de darle una palmadita en la espalda a Leticia.
—Has vuelto —Max sonrió.
Leticia asintió y preguntó apresuradamente:
—¿Está Rima contigo?