Después de unas tres horas, Max finalmente despertó.
—Buenos días. —Una voz dulce resonó en sus oídos. Max miró y vio a Anna en su abrazo. Su cabeza descansaba en su pecho mientras lo miraba sonriendo.
—Buenos días. —Él sonrió y tomó una respiración profunda, inhalando su embriagador aroma.
Esta acción hizo que el rostro de Anna se enrojeciera, y ella bajó la mirada.
Max notó esto y sonrió con ironía. Había olvidado que ella lo estaba mirando.
—Tos. ¿No fuiste a entrenar hoy? —preguntó, tratando de disipar el ambiente incómodo.
—No pude. —Anna lo miró y dijo con una voz ligeramente quejumbrosa.
—¿Oh? —Max de repente lo entendió. La estaba abrazando tan fuertemente; ¿cómo podría haber salido sin despertarlo?
Después de eso, hubo un silencio incómodo, y permanecieron en la misma posición.
—¿Qué tal si salimos de la cama ahora? —Anna finalmente rompió el silencio y preguntó.
—Está bien. —Max asintió y la soltó, aunque de mala gana.
…