—¡Idiotas! ¿Es que no vieron que era una carroza de la mansión del Marqués de Aldva? Si alguno de ustedes también tiene el respaldo de un Marqués que salga, si no, que se callen la boca —gritó uno de los guardias con burla, que tenía una constitución ligeramente mejor que la de la gente normal.
—Si todavía tienen algún problema con que permitamos al heredero de un señor Marqués, entonces pueden quejarse con gusto al señor de la Ciudad de Zexin, ya que fue ella quien estableció todas las normas y regulaciones —intervino el otro guardia con una sonrisa complacida.