Mina se detuvo en seco, al oírlo. Se dio la vuelta y lo miró incrédula. —¿Estás... estás seguro? —preguntó con la voz entrecortada por la sorpresa.
—Sí. Estoy 100% seguro. Sé que no quieres seguir entrenando porque temes lastimarme, pero puedes estar tranquila. Si algo sucede, será mi responsabilidad y nadie te culpará —dijo Max mientras se agarraba las costillas. Por fortuna, Mina había sido suave con él, o algunas de ellas definitivamente estarían hechas pedazos a estas alturas.
—Está bien, continuemos entonces —Mina finalmente cedió, viendo que él estaba decidido a mejorar. Pero decidió no ser tan brusca al pegarle y retendría el golpe en el último momento para no herirlo.
Movió su mano y esta vez invocó un solo gólem de tierra. Después de ver su rendimiento, sabía que un gólem sería suficiente para empezar.