La joven, cubierta de sangre, no era otra que Rima. Después de completar la misión, cuando regresaba a la academia, estas personas de ropa negra la atacaron repentinamente. Como ya estaba herida, no pudo defenderse y fue capturada.
El hombre gordo la miró con enojo y gritó —¿Qué sabes tú? Si les ofrezco suficiente dinero, ellos... podrían liberarme.
Este hombre gordo era un empresario. Hace una semana, cuando estaba viajando por una región desolada para ir a otra ciudad a comerciar, estas personas aparecieron de la nada y lo noquearon, junto con sus dos secuaces, que ya habían muerto por la pérdida de sangre.
Aparte del hombre gordo, Rima y tres humanos más, el resto de las personas eran de la raza elfo.
—No sirve de nada. No nos dejarán ir, no importa lo que les ofrezcamos —dijo Rima mientras la sacudía.
Al oír esto, el hombre gordo y algunos otros que estaban conscientes en ese momento la miraron con miradas aterrorizadas.