—N-no. Hay tantos discípulos en la academia. ¿Cómo puedo recordar a uno solo? —La Anciana tartamudeó un poco pero rápidamente recuperó la compostura.
—La Anciana tiene razón. Sin embargo, yo te conozco. Eres la misma Anciana que me asignó a una misión —dijo Max, pero su sonrisa fue fría.
La expresión de la Anciana se volvió sombría en el instante en que escuchó esto. Tylor y la chica que aparentemente era la novia de Tylor miraron a Max de manera extraña. Sin embargo, al notar que la expresión de la Anciana cambiaba, parecían entender algo y permanecieron en silencio.
—Me recuerdas. ¿Y qué? —preguntó La Anciana mientras sus ojos brillaban con un atisbo de intención asesina. No importaba cuán talentoso fuera, solo era un discípulo de dos estrellas. Si él, una Anciana, se lo proponía, debería poder deshacerse de él antes de que alcanzara el reino de tres estrellas.
