Chof! Chof! Chof!
Él la agarró de su delgada cintura y comenzó a mover la suya, y su miembro empezó a deslizarse entrando y saliendo, haciendo sonidos húmedos y chapoteantes.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
Ahn~ Nngh~ Ohh~
La pequeña habitación del dormitorio se llenó con los sonidos de sus gemidos y la carne chocando una contra la otra.
…
Después de una hora…
Hah… hah…
Max estaba acostado en la cama, y sobre él yacía Rima, resoplando. Ella tenía una expresión de contento, y sus ojos brillaban de felicidad.
Max tenía sus manos alrededor de su cintura mientras disfrutaba de la sensación de abrazar su suave cuerpo.
—Te traje un regalo —Max susurró en su oído.
—¿Oh, qué es? —Rima alzó la cabeza y lo miró expectante.
—El hechizo de sonido que te prometí —Max sonrió.
—¿En serio? —Rima gritó incrédula, y su cuerpo tembló.