Todos fueron a sus respectivas camas y cultivaron durante una o dos horas, digiriendo el mana de la comida que acababan de ingerir.
Luego se fueron a dormir. Belén fue la primera en hacer guardia, ya que se había ofrecido voluntaria.
Viendo que todos estaban durmiendo, silenciosamente, ella se acercó a la cama de Max y se acostó a su lado, sus pechos presionando sobre el hombro de Max.
Sintiendo la suavidad en su hombro, Max abrió los ojos y sonrió —Estás aquí.
—Mhm. ¿Esperaste mucho? —ella preguntó con voz débil.
Max rodeó su cintura con la mano y la hizo acostarse sobre él —Sí, lo hice. No perdamos más tiempo ahora —dijo y puso sus labios sobre los suyos, suaves y jugosos.
Belén cerró los ojos y correspondió a sus besos mientras pensaba '¡Ah! Qué bien. Me estoy volviendo adicta a hacer estas cosas traviesas con él. Desearía que no hubiera nadie más y que estuviéramos solo nosotros para poder hacerlo libremente.'