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¡Toc! ¡Toc!
Los ojos de Max se abrieron lentamente tras oír los golpes en la puerta.
—Joven maestro Max, soy yo, Neer. ¿Todavía estás durmiendo? —Neer llamó mientras tocaba la puerta. Había estado tocando durante más de diez minutos pero Max no abría la puerta.
Los discípulos en las habitaciones al lado de la de Max se estaban molestando por esto pero no dijeron nada al ver que era Neer. Sin embargo, al oírle llamar a un discípulo del sector interno, maestro incluso después de convertirse en discípulo central, empezaron a menospreciarlo.
Max, después de recuperar la consciencia, se dio cuenta de que estaba tumbado en el suelo con la espalda mirando al techo. Se levantó lentamente y estiró sus miembros. No se sentía diferente de ayer aparte de su ropa hecha jirones.
Sin embargo, cuando recordó esa loca absorción de mana, no creía que no hubiera ningún cambio. Justo cuando quería abrir su ventana de estado, Neer volvió a tocar la puerta.