—Sí, me interesa más que cualquier otro candidato en este reclutamiento. Sin embargo, la misma regla se aplica también a él. Si quiere unirse a nuestra academia Cloud, puede hacerlo. Sin embargo, no le complaceré para que se una —dijo el enviado de la academia Cloud con indiferencia.
Todos los demás enviados sacudieron la cabeza. Esta mujer era demasiado terca para su propio bien. La cara de Cilera se volvió roja. Quería gritarle por su indiferencia y decirle que tenía que competir con otros enviados si quería que algún candidato talentoso se uniera a su academia. Sin embargo, sabía que solo estaría perdiendo el aliento.
...
Max se sentó en el suelo tratando de meditar mientras esperaba que terminaran las peleas de este grupo. Sin embargo, no podía meditar porque la imagen de los últimos momentos de Leo Riggalton seguía apareciendo en su mente.
Aunque sabía que nadie lo culparía por esto y tampoco lo hizo el hombre. Aún se sentía un poco incómodo.
¡Shua!