—¿Talla? —Qiao Yu Shan estaba aún más curiosa.
El rostro de Lin Lin se había puesto rojo hasta la raíz del cuello, y sus ojos estaban llenos de intenciones asesinas. Miró a Su Han con furia, indicando que si él se atrevía a seguir diciendo tonterías, definitivamente le haría pagar.
—No es nada, está todo bien —Su Han rápidamente movió sus manos en defensa y dio dos pasos hacia atrás, sin atreverse a decir una palabra más.
No se atrevía a provocar a una mujer como Lin Lin, que se atrevía a sacar su pistola en cualquier momento.
La mirada advertidora de Lin Lin barría el cuerpo de Su Han, llena de amenaza.
—Yu Shan, todavía tengo trabajo —Ella no quería estar con Su Han por más tiempo. Cuando pensaba en cómo él había aprovechado de ella, apretaba los dientes de ira.
Realmente temía que si seguía con Su Han, no podría resistirse a matar a este bastardo.
La apresurada salida de Lin Lin hizo que Qiao Yu Shan se pusiera aún más curiosa.
Ella miró a Su Han.
