—¡Ahh... no puedo seguir viviendo! ¡No puedo vivir! —gritó desesperada una mujer con mucho maquillaje y el cabello desordenado en la sala de interrogatorio de la estación de policía—. ¡Mi inocencia se ha ido! Ya no puedo enfrentar al mundo. ¡Maldita sea, déjenme morir!

La desesperación en su rostro era similar a la de alguien que acababa de ser violada, un rostro consumido por la desesperanza.

En una sala contigua, justo al otro lado del vidrio, Su Han estaba sentado esposado en una silla, su delicado rostro lleno de impotencia.

—Oficial, realmente esto no tiene nada que ver conmigo. Fue esa mujer la que agarró mi mano y la puso sobre su cuerpo. Ella fue quien me asaltó —explicó con impotencia Su Han—. Había seguido los arreglos de mi maestro para buscar oportunidades en el mundo mortal, y poco sabía que tan pronto como saliera de la estación de tren, se encontraría con esta estafadora.

Su Han vio a través de sus trucos, pero para su total sorpresa, esta mujer agarró su mano y la llevó hacia allí abajo...

—Hmph, ahorra tu actuación. He visto muchos como tú, que se visten como un caballero refinado pero no son más que escoria —bufó el oficial de policía que estaba tomando la declaración de Su Han—. Corta el rollo. ¡Dime tu nombre, ocupación y dirección!

—Solo soy un médico interno, aquí para la formación práctica en Ciudad Tianhai —hizo una pausa Su Han, sabiendo que decir más al oficial de policía no haría diferencia—. Oficial, sería mejor que me liberen. De lo contrario, cuando mi prometida venga, aún tendrán que soltarme.

—¿Tu prometida? —se burló con desdén el oficial de policía—. ¡Incluso si aparecieran tus antepasados sería inútil!

Justo cuando terminó de hablar, el sonido de pasos apresurados resonó por el pasillo fuera de la sala de interrogatorio. Solo con el sonido, uno podía sentir la presencia cautivadora de una mujer calzando tacones altos con piernas largas excepcionalmente atractivas.

Qiao Yushan estaba de mal humor. La idea de que ese imbécil que había desaparecido durante cinco años estuviera de vuelta, y el hecho de que su compromiso de dos años con él estaba llegando a su fin, la llenaba de una sensación de desesperación.

Cuando preguntó en el vestíbulo, se quedó asombrada al saber que el sinvergüenza había sido atrapado por acosar a mujeres en la calle.

Qiao Yushan estaba a punto de perder la cordura. ¿Cómo podría ser semejante persona su prometido?

—¡Señorita Qiao! —El oficial de policía tomó una respiración profunda y se puso de pie con prontitud—. ¿Quién no ha escuchado de la renombrada Qiao Yushan en Ciudad Tianhai?

Se apresuró a ponerse de pie, pero antes de que pudiera hablar, Su Han, que estaba detrás de él, sonrió y saludó:

—Yushan, has llegado.

En cuanto Su Han habló, la cara de Qiao Yushan se oscureció, y un torrente de ira la recorrió:

—Su Han, ¡me has decepcionado tanto!

Su Han se rió incómodamente pero no dijo nada. El policía estaba atónito. ¿Este... este joven es el prometido de Qiao Yushan?

Juzgando por la expresión de Qiao Yushan, era evidente que su ira provenía del hecho de que Su Han había coqueteado con una mujer en la calle, ¿no?

¡Cielos! Tenía a una prometida de primera en casa, ¡y aún así estaba jugueteando fuera!

En este momento, el policía miró a Su Han con una mirada complicada. Había envidia, celos y un atisbo de ira.

Qiao Yushan apretó los dientes. Realmente quería darse la vuelta e irse. Sin embargo, sabía que la familia Qiao le debía a su maestro un gran favor en el pasado, lo cual era la razón por la que habían acordado este compromiso en primer lugar. Si se fuera ahora, su abuelo definitivamente estaría furioso.

Miró a Su Han con fiereza. Había amargura en su corazón, pero más que eso, desesperación. ¿Realmente iba a casarse con una persona tan despreciable?

Qiao Yushan tomó una respiración profunda y trató de calmarse. Se volvió a mirar al oficial de policía y dijo ligeramente:

—Oficial, ya he hecho la fianza y me he comunicado con el Jefe Lin. ¿Puedo llevármelo ahora?

Tal voz agradable hizo temblar al oficial de policía. Dijo apresuradamente, avergonzado:

—Por supuesto, por supuesto. Ya he terminado con el informe escrito. Puedes llevártelo.

Qiao Yushan se alejó, con Su Han siguiéndola.

Tan pronto como salieron de la estación de policía, Qiao Yushan entró directamente en un Porsche. Miró a Su Han y dijo fríamente:

—Usaste conexiones para venir a Ciudad Tianhai para una pasantía, así que no avergüences a las personas que lo organizaron para ti. En cuanto a mi compromiso contigo, cuando llegue el momento, seguramente lo cumpliré. Pero antes de eso, por favor mantente alejado de mí.

Con eso, Qiao Yushan pisó el acelerador, levantando polvo al irse, dejando a Su Han parado allí solo, sonriendo amargamente y sacudiendo la cabeza.