Ye Mo calmó sus emociones y no continuó buscando su bolsa; en cambio, simplemente se sentó donde estaba. En este momento, necesitaba estar tranquilo. Cualquier preocupación podría hacerle tomar la decisión incorrecta de nuevo. Anteriormente, definitivamente no habría creído que se perdería después de perseguir a alguien durante solo diez minutos.
Se decía que el Desierto de Taklimakan era una formación de desconcierto. Ahora parecía que realmente había una.
Aunque no había dormido durante la noche, Ye Mo aún estaba lleno de espíritu. Lo único en lo que pensaba en su corazón era su bolsa.
Tan pronto como el amanecer se acercó al día siguiente, Ye Mo regresó al lugar donde había golpeado a la sombra negra con una bola de fuego la noche anterior y se sorprendió al ver que las dos marcas que había hecho con la bola de fuego habían desaparecido. No había señales de movimiento en la arena, pero la marca de anoche simplemente parecía haber sido lavada por la arena de nuevo.
