Pero Ye Mo sabía que la mujer frente a él no estaba muerta, estaba viva. Solo que como estaba con cosas muertas todo el año, tenía este chi de muerte sobre ella.
—¿Quién eres? ¿Por qué estás arruinando mi cosa? Sé que no eres fácil de molestar. Nunca me metí contigo pero te atreves a meterte conmigo, chillido... —La voz de la mujer era aguda como una aguja haciendo que la gente se sintiera incómoda.
—No quería molestarme contigo pero ya te metiste conmigo. Elegí este lugar para cultivar en paz y no quiero ser molestado por personas ni fantasmas, pero te atreves a hacer ruidos sobre mí. Y anoche, fuiste al 5to piso a matar a alguien. Si no me molestas está bien, pero ya que me molestaste, aunque corras hasta el fin de la tierra, todavía te quemaré hasta convertirte en cenizas. —Ye Mo se burló.
La mujer de túnica roja extendió sus garras de pollo. Sus uñas tenían unas pocas pulgadas de largo y chilló: