Aunque había ofrecido un precio, Ye Mo despreciaba al viejo subastador, pensando por qué era tan difícil conseguir a una chica bonita para que hablara. Si hubiera una mujer bonita con ropa reveladora, entonces la atmósfera subiría. Era muy insatisfactorio tener a un anciano. Nadie quería ni siquiera pujar.
Sin embargo, Ye Mo olvidó dónde estaba. Estaba en un templo. Solo él podría tener una idea tan ridícula.
—1.1 millones. —Una voz rompió la oferta de Ye Mo, haciéndolo sentir aliviado. Miró hacia atrás y descubrió que era en realidad la monja bonita del Templo de Lian Hang Jin. Pensó que a esta monja también le gustaba la belleza, pero estaba agradecido con ella por ayudarlo. Parecía que los ricos de hoy en día no eran los grandes magnates comerciales, sino monjes y monjas.
—1.5 millones. —Fue otra voz femenina. Ye Mo no volvió a mirar esta vez, pero fueron todas mujeres las que pujaban. Parecía que a todos les encantaba la belleza, especialmente a las mujeres.
—1.7 millones.
