—¿Cómo está Qi Shan? —En una furgoneta de aspecto normal se encontraban cuatro personas y un joven recostado. El que preguntó era el conductor.
—Puede que no sobreviva, su cara está completamente negra, y no está respirando —respondió alguien.
—Iremos inmediatamente al Cuartel General, San Cai, llama al Hermano Lang y notifícale. Solo di que el objetivo es demasiado difícil, hemos perdido a un hermano —dijo el conductor.
—Está bien... —Antes de que el joven hablara, sonó el teléfono del conductor.
—San Cai, espera, déjame contestar una llamada —El conductor conectó la llamada. El coche iba cada vez más despacio hasta que se detuvo al lado de la carretera.
—Hermano Lang, justo iba a llamarte —El conductor se dio cuenta de que Lang Ji había llamado cuando contestó.