La sangre brotó de la cabeza de Akihiko mientras respiraba por última vez.
La multitud tembló.
—Está loco... —murmuró alguien con miedo.
Baal se relamió los labios.
—Interesante... fue tenue, pero nos dirigió algo de intención asesina, ¿no crees? ¿Crees que podría saber que quería probar a su mujer? —dijo con una sonrisa repugnante en su rostro.
Tammy tembló. Ella también lo había sentido.
—Él sabe algo —pensó preocupada.
Los jóvenes de la Familia Storm no respondieron, en cambio adoptaron expresiones curiosas en sus rostros. Lo que no sabían es que Dyon les había permitido sentir su intención asesina a propósito para mover una pieza de ajedrez.
—Entonces, ¿vamos a luchar contra los genios sembrados y él? Este torneo será interesante —dijeron Dagon y Hoja.
Dyon saltó de nuevo hacia Madeleine, sosteniéndola en sus brazos nuevamente.
—Casi olvido, tengo otro regalo para ti. Esto lo dejó mi maestro. Espero que te guste —dijo Dyon con una sonrisa.