Con la desaparición de la familia Daiyu y Jade, la plaza ahora albergaba un silencio inquietante. Parecía que los únicos sonidos que podían oírse eran las respiraciones jadeantes de Dyon y su tos ronca.
Ri estaba arrodillada, sosteniendo a Dyon mientras estaban sentados en una red flotante azul. Había un atisbo de preocupación en sus ojos mientras sentía el errático latido del corazón de Dyon. Parecía como si hubiera perdido la mitad de su peso corporal, una mera sombra de lo que una vez fue.
Ri suspiró —Excediste el uso de tu alma... sin el cultivo de energía para ayudarte a rejuvenecer, es difícil sostenerte después de batallas prolongadas... eres un idiota —murmuró.
Sin embargo, a pesar de sus palabras, ella recostó la cabeza de Dyon contra su pecho, circulando lentamente una voluntad de pureza de hielo para ayudar a aliviar su dolor.
