Dyon soltó una risa, pero obedeció y esperó afuera hasta que Ri salió. Aunque estaba un poco sorprendido de que se pudiera bañar en el lago de pureza dejado por su madre, no era increíble. Sin embargo, lo que Ri dijo sobre ello después lo hizo reflexionar nuevamente sobre sus orígenes.
—Por cierto, cometí el error de no advertirte sobre la cueva ayer, así que sería un idiota si cometiera el mismo error de nuevo. Nunca puedes nadar o tocar el lago real, te congelarás en un carámbano independientemente de si eres puro o no.
Dyon asintió. Guardándose sus preguntas para sí mismo.
—¡Entonces! ¿A dónde, Madame?
