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—La voz del señor dragón no era especialmente alta para los oídos, pero retumbó como un trueno en las mentes de todos, sacudiéndolos hasta el núcleo.
—Y junto con la voz de trueno del señor dragón, que no demandaba más que respuestas verídicas, una presión incomparablemente poderosa descendió sobre ellos para coaccionarlos a obedecer su voluntad.
—Sin duda alguna, los dragones eran capaces de infundir mana en sus palabras para amplificar su voluntad sobre los demás.
—Vaan solo lo había sospechado antes. Pero después de experimentarlo de primera mano, se convirtió en una certeza.
—Sin embargo, después de escuchar la pregunta del señor dragón, Vaan sabía que tenían una oportunidad de sobrevivir. Después de todo, el señor dragón no los condenó a muerte de inmediato, sino que preguntó sobre su origen.
—Somos del Reino de la Rosa Negra, Su Excelencia —respondió Elvira con dificultad.