En ese instante de inevitable condena, la batalla llegó a una rápida pausa.
Tanto si formaban parte del grupo de expedición punitiva, la Asamblea de Noche Silenciosa o la horda de goblins, todos dejaron la lucha y huyeron en varias direcciones.
Sin embargo, la aguda mirada de Vaan no encontraba una salida.
El techo que colapsaba no se dirigía hacia ellos en línea recta; llegaba en una vasta formación extendida que cubría incluso los lados izquierdo y derecho.
No era exagerado decir que el cielo entero del reino de bolsillo se les venía abajo.
No había a dónde correr.
Si hubieran estado cerca del inicio del colapso, habrían tenido algunas zonas seguras a las que llegar.
Sin embargo, estaban demasiado lejos del inicio del gran colapso.
—Necesitamos salir de aquí inmediatamente —instó Astoria.
Se movió rápidamente hacia Vaan con la intención de llevarlo a un lugar seguro, pero sus piernas no respondieron bien. Su debilitado cuerpo cayó al suelo.