—No quiero parecer grosero, pero soy una persona bastante meticulosa y prudente, mi Dama. La Maldición de Zellera es muy cruel e implacable con aquellos que la contraen. Estoy seguro de que ninguno de nosotros querría arriesgarse a iniciar otra oleada de La Maldición de Zellera —mencionó Vaan.
—Eso es cierto —los ojos de Alicia Whitmore centellearon con cierta claridad antes de que tosiera—. ¡Ejem! Perdóneme, Vahn. Me he emocionado demasiado. Solo pensaba que este es el día; el día en que lo hago. Soy mujer, así que nos emocionamos por estas cosas, incluso si puede que no sea lo mismo para los hombres.
—Sin embargo, estuviste absolutamente en lo correcto, Vahn. No quiero contagiarme de algo tan aterrador como La Maldición de Zellera. Solo quédate donde estás. Te tendré limpio en un instante —instruyó Alicia Whitmore.
