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—Te voy a dar un masaje sencillo para aumentar la circulación de la sangre —dijo Vaan.
—S-Sí, Maestro —respondió Cyrena Ashenborn.
Después de que Vaan le informó, Cyrena Ashenborn se sintió extrañamente nerviosa pero emocionada mientras mantenía los ojos cerrados.
Poco después, Cyrena Ashenborn sintió las cálidas manos de Vaan sobre su pantorrilla, y su corazón se aceleró.
Su rostro se ruborizó rápidamente de vergüenza, pero no tardó mucho en que su vergüenza fuese abrumada por oleadas de placer que venían de sus piernas.
—Ahh~ —un gemido suave escapó involuntariamente de la boca de Cyrena Ashenborn, causándole taparse rápidamente la boca con vergüenza.
Cyrena Ashenborn fue tomada por sorpresa por las diestras manos de Vaan que continuaron enviando un placer inexplicable, como nunca antes había experimentado, a medida que se movían hacia sus muslos.
