El tráfico estaba intenso en el camino. Se veía una pequeña motocicleta de tres ruedas acelerando entre los coches.
Poco después, Tang Hao ya se había acercado a los Jardines del Cielo Azul.
Estaba a punto de doblar la esquina cuando un coche aceleró desde su lado y casi lo golpea. Afortunadamente, los reflejos de Tang Hao eran rápidos y logró esquivar justo a tiempo.
—¡Mierda! ¿No tienes ojos? —Tang Hao maldijo. Miró fijamente al coche y se preparó para irse.
El Audi negro frenó bruscamente. La ventana del coche se bajó y alguien miró hacia afuera.
Era un joven en sus veintitantos. Su cabello estaba impecablemente peinado con mousse y brillaba bajo el brillante sol del mediodía. Llevaba gafas con montura de oro y tenía aspecto de caballero.
Sin embargo, las palabras que salían de su boca traicionaban su crianza.