Pronto, la oscuridad cayó sobre la tierra.
Innumerables estrellas aparecieron en el cielo nocturno.
La brisa traía el aroma del mar.
Tang Hao se sintió extremadamente relajado en ese momento. Se sentó frente a la fogata, escuchando a los maestros taoístas contar sus historias.
Los maestros taoístas tenían entre cincuenta y sesenta años y habían recorrido todo el mundo. Cada una de sus experiencias era suficiente para llenar un libro.
Tang Hao exclamó asombrado al escuchar sus historias.
—Él nunca podría ser tan experimentado ni haber viajado tanto como los maestros taoístas.
La carne pronto estuvo lista para comer. La fragancia tentadora hizo que todos tuvieran hambre.
Tang Hao estaba hipnotizado por el olor de la carne. Dio un gran mordisco, y su cuerpo tembló de pura incredulidad.