El general Bai estaba impactado en el otro extremo del teléfono.
Pensó que había escuchado mal.
—¿Cien chamanes de Nanyang? ¿Cómo es eso posible? Sólo hay un poco más de quinientos chamanes en todo Nanyang. Cien de ellos serían casi una quinta parte.
No podía imaginar el horrendo espectáculo de cien chamanes de Nanyang bajando a toda velocidad por un camino montañoso.
¡Eso nunca había sucedido en la historia de Huaxia!
¡Era casi como una guerra!
—¿En serio? —preguntó el general Bai con cierta duda.
—¡Por supuesto que es real! —dijo Tang Hao impacientemente.
El general Bai tragó saliva. Podía sentir su cuero cabelludo entumecido.
No podía imaginar cómo sería ser perseguido por cien chamanes de Nanyang.
Entonces, empezó a preocuparse.
El camarada Tang Hao era la única persona en la Agencia que sabía cómo hacer píldoras. ¡El general Bai tenía que asegurarse de que no le pasara nada!