—¡Rápido! ¡Déjame probar! —exclamaron emocionados al escuchar el veredicto del Jefe de Cocina Ding.
Incluso el Jefe de Cocina Ding no podía dejar de alabarlo. Podían imaginar lo delicioso que estaba ese estofado de serpiente.
Tang Hao llenó los tazones hasta la mitad con el estofado de serpiente y los repartió.
La olla de barro contenía suficiente estofado como para alimentar a todos en el restaurante.
—¡Yo primero! —exclamó alguien.
—¡Pah! ¡Llegué antes que tú! —replicó otro.
Todos empujaron y se abrieron paso para recoger un tazón. La situación era increíblemente caótica.
Todos los que consiguieron un tazón de estofado de serpiente rápidamente se hicieron a un lado. Sostuvieron el tazón cerca de sus narices y le dieron un par de olfateadas profundas antes de dar una mordida.
A medida que el estofado entraba en sus bocas y en sus estómagos, sentían como si todo su cuerpo estuviera flotando.
—¡Esto es increíble! —exclamaron con admiración y sorpresa.
