Tang Hao miró a su alrededor y frunció el ceño.
Esa era la influencia que ejercía la presidenta del consejo estudiantil. Fang Qiming podía encontrar gente para gastarle bromas dondequiera que fuera.
El aula estaba llena de discusiones.
Los estudiantes de adelante se volvieron y hablaron entre ellos. Algunos estaban curiosos, mientras que otros envidiaban.
—¡Por aquí, Hermano Hao! —Cao Fei se levantó de un rincón del aula y le gritó a Tang Hao.
Tang Hao caminó rápidamente hacia allí.
Los chicos de otra clase lo miraron burlonamente. De repente, uno de ellos estiró el pie, preparándose para hacer tropezar a Tang Hao.
Los ojos de Tang Hao se entrecerraron. Continuó caminando y dirigió su pie directamente hacia él.
No le rompió el pie a ese chico, pero la patada fue lo suficientemente fuerte como para hacerlo sufrir.
Ese chico gritó de dolor. Agarró su tobillo, y su cara ya estaba pálida como una sábana.
—Oh, ¿qué pasó? —Tang Hao fingió no saber nada—. ¿Estás bien?