—¡Persíganlo! ¡No lo dejen escapar!
—Zhao Wuyang rugió mientras luchaba por levantarse. Su rostro estaba rojo de ira.
Era capitán de la División Criminal, pero había sido derrotado por un niño. Ahora estaba firmemente convencido de que la desaparición de Gao Wenqiang estaba relacionada con el niño.
Los policías también se levantaron del suelo y comenzaron a perseguirlo mientras gritaban.
Tang Hao no estaba a la vista.
—¡Está en el estacionamiento subterráneo! —Zhao Wuyang rugió, luego encabezó la carga hacia allí.
Tang Hao ya estaba sentado en el coche para entonces. Encendió el motor y condujo directamente hacia la salida.
—¡Detente ahora! ¡Si no te detienes, dispararé! —Zhao Wuyang gritó mientras apuntaba con su arma al coche que se acercaba.
Tang Hao permaneció tranquilo. Pisó el acelerador a fondo y se dirigió directamente hacia Zhao Wuyang.
Zhao Wuyang se acobardó. Maldijo entre dientes y luego saltó a un lado.
