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Chapter 3 - La promesa en la luz de la hoguera

El crepitar de la hoguera iluminaba la oscura llanura donde el circo viajero había acampado esa noche. Las risas y las conversaciones se mezclaban con el aroma de pan recién horneado y carne asándose en el fuego. Sin embargo, Indra permanecía en silencio, observando las llamas danzar con un brillo melancólico en sus ojos.

A su lado, Miren, la joven equilibrista del circo, se sentó con una sonrisa tranquila.

—Siempre te quedas pensando frente al fuego, ¿verdad? —preguntó ella mientras mordisqueaba un trozo de pan.

Indra asintió sin apartar la vista de las llamas.

—El fuego me recuerda a la magia —respondió en voz baja—. Es hermoso y cálido, pero si no lo controlas, puede destruirlo todo.

Miren ladeó la cabeza, curiosa.

—¿Eso te preocupa? Pensé que ya habías dominado tus habilidades.

Indra soltó una risa amarga.

—La magia nunca se domina por completo. Solo la guiamos… o nos consume.

Un silencio cayó entre ellos, roto solo por el crepitar del fuego. Miren miró al cielo estrellado y luego volvió su atención a Indra.

—Entonces, ¿por qué sigues usando la magia si te da tanto miedo?

Indra cerró los ojos por un momento, recordando la lección de la anciana en la cabaña del bosque. La responsabilidad que llevaba consigo era pesada, pero también lo había transformado.

—Porque también puede traer luz en la oscuridad —dijo finalmente—. Si puedo usarla para hacer felices a los demás, entonces vale la pena el riesgo.

Miren sonrió, satisfecha con la respuesta.

—Esa es la verdadera esencia de la magia, ¿no? Tocar corazones.

Indra la miró sorprendido. La simpleza de sus palabras le recordó algo que había olvidado: la magia no era solo una herramienta peligrosa, sino también una conexión con los demás.

La noche avanzó, y las risas del campamento fueron menguando hasta que solo quedaron las brasas agonizantes del fuego. Indra se puso de pie, sacudiendo el polvo de su capa.

—Gracias, Miren —dijo con una sonrisa sincera—. Me hacía falta recordar eso.

Ella le guiñó un ojo.

—Para eso están los amigos, ¿no?

Mientras el circo dormía, Indra miró hacia el horizonte. Su viaje aún estaba lleno de desafíos, pero aquella noche, frente al fuego, había renovado su promesa: llevar luz y esperanza a quienes lo rodeaban, sin importar las sombras que se interpusieran en su camino.