El brillo de una computadora abarca y rebota en toda la oscuridad de la confortable habitación. La pantalla cega ligeramente la vista, pero él soba sus ojos ligeramente mientras lágrimas de irritación caen por ellos.
Finalmente abre el navegador infravalorado y morbido, busca la url y logra entrar e iniciar sesión en una de las tantas páginas de la web oscura. Revisa el hardware de la máquina: camara, teclado, mouse, el acceso a internet y más. Al dispersar sus dudas, finalmente se dirige a su cama, levanta el colchón y saca un pasamontañas que se coloca posteriormente.
La camara se enciende y la transmisión comienza mientras el toma asiento. Puede ver su figura en la pantalla: el pasamontañas, sus ojos serios y negros, la habitación oscura de su acompañante y la sudadera negra de nylon. Finalmente aparecen las primeras personas en la transmisión y los comentarios amigables. Un par de personas, decenas y finalmente un par de centenas. En la pantalla se podía leer el chat de fondo negro y en lo alto el nombre de usuario: meatboy_08.
Saludo como de costumbre, explico la serie de pasos rutinarios, las donaciones llegaron finalmente, y entonces se levantó de su silla, haciendo que la misma desapareciera; movió algo en la oscuridad de la habitación y tras un par de minutos encendió la luz. La mujer amordazada estaba sentada en la silla cuando meatboy la acercó al espacio destinado a la computadora. Los comentarios respecto a la chica y sugerencias sobre que actos cometer comenzaron a inundar el chat. Finalmente quito la camisa amarrada alrededor de los ojos de la mujer y su llanto y horror fue visible. Intentaba gritar, aunque inútilmente debido a la mordaza. Las ligeras arrugas en su rostro eran notables: una bella y pelirroja mujer de no más de 30 años.
Meatboy finalmente se colocó a lado de la chica mientras está lloraba. La habitación se veía bastante decente raspando lo sucio. Agradeció que no fuera la suya. Leyó el chat clamando por acción y la voz mecánica en su auricular inalámbrico que leía los mensajes. Sonrió ante las diversas propuestas y finalmente hizo que la mujer se levantará del asiento amenazando con su arma. El miedo se escapaba por la retina y esclerotica de la mujer. Finalmente meatboy se acercó a ella y saco unas tijeras de uno de los bolsillos de su sudadera y comenzó a cortar lentamente la camisa y posteriormente el sostén de la mujer. La ropa estaba esparcida por el suelo y meatboy la aparto haciendo movimientos ligeros con sus pies. Los pechos maduros cayeron deslizándose por el esternón y meatboy observo al chat arder de forma lasciva ante el cuerpo de la mujer. A meatboy no le interesaba nada respecto a la mujer frente suyo. Las donaciones seguían insistiendo y finalmente meatboy se dirigió a la cámara para decirles que fueran pacientes mientras preparaba todo. El chat se calmo ante la voz joven y seria de meatboy.
Sentó a la mujer en la metálica silla y se encargó de atarle ahora los pies a la silla aunque ya los tuviera ambos fuertemente atados. Pidió a la mujer con serenidad que intentará dar una patada y ella accedió temblando; la silla apenas y se movió. Hizo lo mismo atando el torso con fuerza hasta que la piel del mismo pareció torcerse ligeramente sobre las cuerda, y lo mismo aplicó para la frente de la mujer. Estaba completamente atada, y aunque se moviera, la silla apenas se movía, debido al material del que estaba hecho el suelo de la habitación y también del que se componían las gomas en las patas de la silla: no sé deslizaría por nada. Y aún así, el soporte sería entonces el respaldo en caso de que aquella tipa se confiará de más. El chat seguía con sus mensajes animados, aunque las donaciones pararon, salvó por un par de espectadores que donaban cautelosas cantidades de dinero para poder expresar sus ideas en el auricular de meatboy.
Volvió a meter sus manos a los bolsillos de la sudadera y ahora saco una pequeña navaja de no más de diez centímetros. Tomó una hoja en blanco al costado de la computadora y demostró el filo de su hoja al cortar con perfección la blancura de la misma. La mujer no apartaba sus ojos del hombre tan cercano a ella. Temía y temía desde que se despertó amordazada y atada en el clóset de aquella habitación. Recordó haber bajado solamente a tomar agua cuando escucho solamente pasos detrás suyo y se desvaneció. Maldijo en la última lucidez generada por el odio que su marido haya estado trabajando tan noche por la empresa, y nuevamente cayó presa del terror. No podía mover ni un solo músculo y encima estaban tensados por haber estado en una posición tan horrible en aquel closet. La silla no caía por más que intentaba moverla para generar un ruido que al menos despertara la curiosidad de alguien en el apartamento de abajo. Ceso sus intentos al observar los oscuros ojos de moverse cuando se vio a si misma en la pantalla de aquella computadora, acompañada al costado de la figura oscura y de ojos amenazantes de su captor. Su tortura comenzó una vez aquella navaja se acercó a ella, empuñada en los guantes negros de nitrilo.
La navaja hizo temblar de forma brutal el brazo de la mujer, mientras ahogados quejidos salían apenas, evitados por la mordaza. La sangre broto y mancho el asiento de la silla. La mujer comenzó a llorar gravemente y el antebrazo ensangrentado dejaba ver apenas en la pantalla la epidermis y el músculo ligeramente cortado de la mujer. A meatboy le sorprendió que la mujer no acabará perdiendo la consciencia en ese momento del miedo y el dolor, y se alegró. El chat volvió a arder de comentarios despectivos hacía la mujer y las donaciones comenzaron a llegar rápidamente. Meatboy meneo la navaja en el aire dejando volar la sangre y, recargandose en la pared de la habitación, comenzó a hacer su juego mental y oportunista con aquella mujer. Exponiéndola frente a todo el chat y haciéndola revelar datos sobre su esposo y su empresa. Y con cada excusa o idea demasiado inconexa, cortaba un poco de su piel hasta sacarle la verdad mediante el dolor. Y cada nueva verdad revelada hacia que el chat ardiera indignado con las verdades que eran expuestas ante el público centenar. Las lágrimas, los quejidos ahogados y la sangre no dejaron de caer nunca hasta la consolidación del directo.