Creid y Joāo salieron de la oficina. Ambos coincidieron en dar un paseo por el templo, pues Walter les había dado libertad de hacerlo.
Al salir de la oficina, se encontraron con un pasillo encerrado y decorado con hermosas plantas, algunas de ellas que no se encontraban en la tierra. Habían pedestales con bustos, algunos parecían ser de filósofos griegos mientras que los otros parecían ser de personas famosas e importantes pero irreconocibles para Creid y Joāo. Poco más había, pues el pasillo parecía ser una pequeña exposición sobre personajes famosos, sin mencionar la cálida luz que emitían las bombillas del lugar. El lugar era algo fresco pero acogedor, así que Creid y Joāo se sentían raramente protegidos en aquél lugar.
En el final del pasillo se encontraba una puerta enorme con finos relieves de fina madera que le daban un aire de respeto, pues parecía ser una sala de gran importancia. Los chicos se acercaron, a ambos lados observaron escaleras que parecían tener forma de caracol y que llevaban a la sala de abajo. Se decidieron a entrar, tocando a la puerta con respeto y al no ser atendidos decidieron entrar. Cruzaron la puerta y se encontraron con una biblioteca llena de estanterías con libros de todo tipo. Cruzaron por las estanterías hasta llegar al centro de la biblioteca, ahí observaron una pequeña sala decorada con muebles, una alfombra negra y roja con delicados patrones y una mesita en el centro. Los muebles y parte del piso cerca de estos tenían pilas de libros aparentemente desordenados. Parecía que alguien estuviese usando la sala, pues en la mesa se encontraban hojas, una pequeña y hermosa taza que parecía haber sido diseñada con precisión y la pila de libros antes mencionado. La biblioteca estaba decorada mayormente con algunas plantas similares a las del pasillo, tenía, sobre todo, montón de libros organizados en estanterías, diferentes pilas cuidadosamente organizadas y uno que otro libro que parecía ser importante, pues se encontraba en pedestales con audaces reposaderas para los mismos libros. De la alfombra salía un camino hacia la izquierda que subía cuatro escalones y llegaba hasta una puerta de mármol con dos pequeñas hogueras a los lados. Era un intento de sutileza, que si bien lo hacía, llamaba bastante la atención por el intento de no ser perceptible a simple vista.
Estaban visando cuidadosamente el lugar cuando escuchan la puerta abrirse. No tardaron en voltearse, y cuando lo hicieron, observaron una mujer alta que iba acompañada de un gato naranja con franjas rojas que formaban dos círculos en su cola esponjosa. La mujer vestía un vestido morado y azul suficientemente apretado como para notar sus curvas sin ser revelador. Llevaba un sombrero que fácilmente podía usarse como sombrilla, en el centro del mismo tenía un logo: Una pluma dorada con mariposas moradas y rosas negras al rededor. Tenía, además, colgantes, anillos, gafas redondas y uno que otro decorado disimuladamente en su cabello blanco que cubría hasta sus hombros.
Cuando la mujer vio a los chicos les habló de tal manera que les hizo entender quién tenía la autoridad.
Mujer extraña: Oh, ¿qué ven mis maravillados ojos? Dos pequeños intrusos en mi santuario, ¿Dos pequeños sustractores come hojas?
Joāo: ¿Ah? ¡No!, no, se equivoca, no somos intrusos ni mucho menos ladrones.
Mujer extraña: ¿Por qué habéis entrado sin mi permiso en un lugar para mí sagrado? ¡Hablad! Pues, el tiempo que nos otorga la vida es poca y valiosa.
Ambos se presentaron con debido respeto y explicando el malentendido, haciendo que el carácter de la mujer cambiase.
Mujer extraña: Oh, vaya. No sabía que erais los guerreros bendecidos por Dios. Ruego por el viento se lleve mis palabras, pues os debo así mis sinceras disculpas. Tener una visita de este porte es maravilloso, y sin duda alguna único cuando se trata de la nueva generación de guerreros.
Creid: Lamentamos los malentendidos.
Mujer extraña: Sobra preocuparse. Me presento ante vosotros, jóvenes de nobles almas, soy Agartha, dueña y bibliotecaria de este palacio lleno de libros con conocimiento. Y este es mi más noble compañero, Mimi, el encargado de la seguridad de este lugar y el único capaz de entrar, pues ni a las ayudantes permito el ingreso.
Rápidamente simpatizaron con Agartha, su bella sonrisa y el cálido acento que caracterizaban sus palabras les hacía sentir cómodos.
Agartha: Permitidme, aun sabiendo vuestra condición y nombre, preguntar el motivo el cual os ha traído a mí, no sin antes, sin duda alguna, a sentarnos y charlar.
Los tres se sentaron en los muebles de la sala, Creid y Joāo se sentaron juntos, quedando así en frente de Agartha.
Joāo: Walter nos trajo, nos informó que quería hablar con nosotros y fuimos a la oficina de él.
Agartha: Sospechaba que Walter, semejante a un dios inmortal, no dejaría de ser hombre. Da igual, no va al caso. Prefiero que me relatéis en breves palabras sobre el encuentro.
Creid: Nos contó más cosas sobre las gotas: Nos explicó cómo funcionan, los poderes que tenemos hasta el momento y poco más.
Agartha: Tal cual el autor omnipresente a redactado en vuestros libros. Os pregunto así ¿sabéis ya de los libros?
Joāo: Sí, también nos contó de ellos.
Agartha: Le debo mi gratitud al ingenioso Walter, pues me ha librado de explicar el origen de estos artilugios. Aun así, si presentan duda alguna no dudéis en preguntar a mi persona. Os ruego, con toda mi curiosidad, me relatéis vuestra experiencia y vivezas con vuestra nueva vida. Soy un alma hambrienta de conocimiento, y el relato en comienzo de grandes héroes me inspira.
Joāo: ¿Cómo decirlo…? Ha sido muy complicado y sobretodo confuso. Dejar de ser común te hace dar cuenta de tu vida.
Creid: Sí… Confusión, miedo y dolor sería la mejor manera de describirlo. Nada ha sido fácil y mucho menos favorable.
Joāo: A veces me arrepiento de esto, pero solo me puedo lamentar… Lo más aterrador es pensar en el futuro que nos espera
Creid: Podemos decir que tenemos la vida que un niño desea, pero lo que es un sueño, es en realidad una maldición.
Joāo: Al menos podemos presumir que no es ordinaria nuestra vida, y que estamos los dos en esto.
Agartha: Habéis muerto mis esperanzas en escuchar historias magníficas, pero alcanzo entender perfectamente, pues sois aun infantes que no experimentarán una vida ordinaria. Permitidme, de nuevo, dar ánimos y aconsejaros en aquello que más os preocupe. Hablad a vuestra merced, pues es a vuestra alma quien quiero escuchar.
Creid: Nos preocupa qué puede ser de nosotros. Nuestra familia, amigos, nuestra vida. Sabemos que no hemos experimentado grandes cosas, pero saber que nuestro deber se convirtió en detener a un tipo que quiere invadir el universo…
Joāo: Sí, es escalofriante. Hemos logrado mantener en cierto secreto esto, pero algún día no podremos, todo saldrá a la luz y quién sabe que nos suceda.
Agartha: Escucho, por sobretodo, temor. Dejadme replicar las siguientes palabras: He tenido el placer de conocer almas como vosotros, almas guerreras que se encuentran en un mar oscuro de dudas, temiendo por sobretodo, su destino. He de decir lo siguiente: El destino de la vida es un concepto aterrador, al cual se le atribuye mayormente lo desconocido. Pensar en esto os asusta, pues creéis que el destino es mañana, y es por esto que explico el por qué la vida humana es condenada al fracaso. Darme el derecho de la duda cuando os digo que el impacto es diferente cuando damos cuenta del pasado y el futuro como el ahora presente, creer el destino como el futuro, como un después, es lo quennos derrumba. La única verdad sobre el destino que os puedo decir, aun siendo una mentira, es lo difícil, doloroso y despiadado que es. En esta no existen caricias, solo hemos de confundir los golpes con menor fuerza. Sin embargo, hay manera de aguantar sus más duros golpes y es fluir con el destino, aceptarlo sabiendo que lo único que podemos controlar de los eventos que se nos otorgan, es la manera en que respondemos. Es algo desafiante, pero cuando penséis que habéis perdido el rumbo, recordad a aquellas almas que se encuentran en el peor de los infiernos: La desesperanza. Así también, con mayor admiración a aquellos que lo han vivido y ahora se aferran al sinsentido para avanzar. Mi consejo, en otras palabras, es aceptar el destino, es decir, el ahora. Aceptarlo no significa ser sumisos ante esto, significa adaptarse a los eventos. Sabréis que lo estáis haciendo cuando confundáis los golpes con caricias, y aun más, cuando sepáis que su próxima caricia será aun mayor cual madre que ama a su infante.
Los jóvenes se quedaron pensando unos segundo, intentando captar las palabras de Agartha.
Creid: Sí, tienes razón. Es mejor no preocuparse por eso. Dijo recostándose en el mueble y cruzando sus brazos.
Agartha: Pongo mi confianza en vosotros, pues de alguna manera, nuestra muerte dependerá de los guerreros sagrados. Dicho esto, aunque no debería, os daré la oportunidad de ingresar a la sala donde encontrareis los libros donde en grandes redacciones se da a conocer vuestro comienzo.
Joāo: ¿Quieres ir?
Creid: ¿Por qué no?
Joāo: ¿En sí, qué hay en los libros?
Agartha: No sé si Walter os explicó, pero me permito hacerlo de nuevo. Al cruzar la puerta de mármol, os encontrareis con dos tipos de libros. Uno de ellos, el grande y de mayor elaboración, es el que posee el registro y la historia de todos los caballeros que han sufrido la victoria y la derrota. Sus historias, poderes e incluso sus vidas desde su comienzo hasta su partida. Leed ese, pues habrá otro libro en el cual poco a poco se redacta e inmortaliza vuestra vida. Será fácil de diferenciar, pues es un libro menos elaborado que el otro.
Los chicos se levantaron, dejando a Agartha sola con en sus asuntos y con el felino que rápidamente ocupó el puesto de estos dos.
Cruzaron la biblioteca, llegaron a la puerta de mármol y la abrieron accionando una de las fogatas que a su vez servía como palanca.
Al entrar, vieron lo que Agartha había descrito. Habían alrededor de diez pedestales que se escondían en la pared. Ocho de ellos estaban sellados con una barrera extraña que imposibilitaba el paso, teniendo en ella diferentes figuras y sellos difíciles de descifrar.
La habitación estaba prácticamente vacía. Tenía como decoración unas cuantas lámparas que iluminaban lo suficiente.
Joāo: Creid, ven, este es el tuyo. Reconoció así el libro debido a la marca que tenía en él, "El Real de la Sabiduría", dando a entender que era de Creid.
Joāo se acercó y vio un libro de pasta amarilla sin ningún tipo de carátula, siendo ese el libro que Agartha había avisado de no leer.
En el medio del pedestal, había un libro mucho más grande, con una pasta con diferentes tonalidades amarillas y pequeños relieves que pasaban por la carátula principal: Un cuerpo, un poco amorfo, pero que se daba a entender que era la de un hombre. De allí salían más cuerpos con diferentes rasgos físicos, todos unidos por un fino hilo. Era tan precisa la carátula, que al verla de forma detenida y un poco lejos, se podía apreciar cómo el cuerpo y los demás cuerpos que de este salían formaban un cristal dividido en varias partes, siendo estas partes los cuerpos. El libro tenía un pequeño índice, en donde se resumía la historia de la gota respectiva al libro. Además de estar completamente organizado, pues cada capítulo contaba con subcapítulos de manera detallada. Dando al comienzo de cada capítulo un dibujo referente al caballero de esa época.
Joāo pasó las páginas, echando un vistazo por encima y leyendo algunas cosas que más le llamaban la atención. Una de ellas, casi por la mitad del libro, en donde la portada mostraba una figura masculina de apariencia noble, vestía un manto que le cubría completamente y con dos de sus brazos tomaba unabpostura de rezo, y con sus otros cuatro brazos, teniendo tres izquierdos y tres derechos, hacía lo que parecían ser signos.
Pasó unas páginas más y se encontró con otra portada. En esta aparecía un sujeto con ropas extrañas, sostenía y alzaba con su mano derecha una espada larga. La forma del mango de esta era similar a la de una katana, sobresaliendo lo que parecían cuernos o cuchillas desde el comienzo de la hoja y cubriendo lateralmente pocos centímetros de esta. Tenía letras escritas en la hoja, letras que eran irreconocibles para Joāo, parando su oración en el medio para dar paso a un espiral que formaba la hoja y luego dar al filo de la espada y la continuidad de las letras.
Pasó de nuevo las hojas hasta encontrarse de nuevo con otra portada. Esta era diferente y le transmitía una sensación inquietante, pues sentía que la imagen le devolvía la mirada. Aparecía una cara envuelta con tonos oscuros que se deformaba. Parecía dividirse en fragmentos desordenados, gritando con todas sus fuerzas mientras unas manos horrorosas le cubrían la boca e intentaban desgarrar su piel estirando su boca, dándole una expresión de dolor intenso en sus ojos y pidiendo ayuda con los mismos.
Creid, en la portada del libro con tonalidades moradas, negras y azules, vio un búho negro y grande que tenía media luna mirando hacia arriba como cabeza. El búho posaba y estiraba sus enormes alas detrás de un esqueleto que usaba un ataúd como cama, sirviendo él mismo como reposadero para algunas mariposas y flores marchitas que crecían en él. Teniendo como fondo un sinfín de galaxias y espirales de múltiples colores. El libro, en cuanto a orden y cronología, era el mismo que el de Joāo.
Pasó las hojas, mirando algunas páginas y deteniéndose en la primera portada que le llamó la atención.
Una figura masculina sentada en las gruesas raíces de un árbol tan grande como un edificio, con las hojas completamente rojas por el brillo que emanaba la luna, tan grande como si la tuvieras de frente.
Pasó más páginas, y vio así otra portada que le llamó más la atención. Otra figura humanoide apareció, pero esta parecía tener el cuerpo completamente cubierto con un material que a simple vista se confundía con plástico negro, le cubría y absorbía completamente. Se inmortalizó así en la figura su desesperado intento por arrancar con sus manos el irrompible material mientras se ahogaba en gritos.
Se sintió un poco extraño para luego dar con otra imagen que sería peor.
Pasó las hojas, llegando así a una portada peor que la anterior. La imagen parecía suceder en la sala principal de un palacio extremadamente oscuro. A su alrededor, sólo se veían antorchas y cruces. En el suelo habían mantos blancos y montón de cuerpos inmóviles usando estos mantos como ropa. En el techo, más cuerpos arropados pero esta vez colgados y atadas sus extremidades por una fina cuerda.
Finalmente, había un camino despejado que llevaba al centro, en donde había un trono hecho de huesos, allí se encontraba sentado una figura masculina que vestía la mismas ropas que los cuerpos, agachando la cabeza, cruzando un poco las piernas y sosteniendo las manos en estas, llevaba en ambas manos una copa.
Creid vio detalladamente la imagen. Hasta que un momento sintió transportarse a aquél lugar… Creid cayó la piso desmayado, haciendo que Joāo se asustara y llamara a Agartha por ayuda.
Una vez llegó Agartha, esta le habló a Joāo.
Agartha: ¿Qué ha sucedido, joven Joāo?
Joāo: Cayó de repente, estábamos leyendo los libros y se desmayó.
Agartha se agachó y miró a Creid poniendo una de sus manos en la frente del chico.
Agartha: Ayúdame a llevarlo a la sala, lo atenderé yo misma, pues no parece nada grave.
Una vez allí, recostaron a Creid en un mueble. Agartha sacó un pañuelo y lo puso en el pecho de Creid, seguidamente mencionó unas palabras haciendo que este pañuelo se uniera al cuerpo de Creid. Y así, sorprendido y escupiendo un poco de sangre, Creid despertó quejándose de fuertes dolores en su cuerpo que rápidamente desaparecieron.
Joāo: ¿Qué te pasó?
Agartha: No te lo había mencionado antes, me parecía descortés hacerlo pero, ¿por qué parche que cubre tu ojo? ¿Has sido víctima de algún infortunio que ha acabado con una de tus perlas?
Creid parecía no querer hablar, así que intentando persuadir la conversación respondió.
Creid: Sí. Tuve un accidente cuando empezó todo esto. Será mejor que me vaya, quiero descansar.
¿Vienes, Joāo?
Joāo: Está bien. Ya hemos pasado bastante en este lugar.
Agartha: Atenderé a vuestras necesidades siempre que pueda. Marchaos así, no es mi intención ni mucho menos mi deber deteneros. Os doy la confianza de arribar cuando vuestro corazón os diga, ya sea que queráis hablar o simplemente sintáis la necesidad de saludar.
Los chicos se despidieron y se fueron a la tierra tal y como Walter les había explicado. Una vez allí, en casa de Joāo, Creid quería recostarse un poco, cuando un mensaje le interrumpió.
Creid: tengo doce llamadas perdidas… qué intensidad, ¿será spam?
Joāo: ¿spam? Llama, quizá es tu tía llamando de otro teléfono.
Creid: No estoy muy seguro, pero está bien.
Apenas iba a llamar, otra llamada del mismo número se adelantó. Creid contestó.
Voz desconocida: Al fin decides contestar, ¿no?
Creid sintió reconocer aquella voz, sin embargo, no estaba seguro de quién era.
Creid: ¿Quién habla?
Voz desconocida: Ay, joven Creid. Sabes perfectamente quién soy. No quememos tiempo, así que escucha. Estoy con tu tía ahora mismo y otra tipa que estaba con ella. Ya sabes qué hacer, así que no demores en venir.
Creid: Tú… ¿de verdad eres…?
Voz extraña: Sí. Soy Beta. Me alegra que me recuerdes.
Creid: Pensé que no te volvería a ver…
Beta: Y lo harás, mi querido. Ven rápido a Arboletes. Una vez que llegues llámame, te indicaré dónde estamos.
Creid: Déjame escuchar a mi tía, no quiero saber que sólo es una trampa.
Beta: Aquí están. Estaremos divirtiéndonos con sus cuerpos un rato. Quizá el doctor Carloh experimente en ellas.
Creid: ¡Maldito hijo de puta! Cuando nos veamos te vas a lamentar.
Beta: ¿Lo dices por tus poderes? Ya estamos preparados para ello. Así que no te hagas el listo. Ven solo y
no le digas a nadie.
Cortaron la comunicación. Joāo, incluso más sorprendido que Creid, le preguntó.
Joāo: ¿Qué pasa?
Creid: Nos vamos para Arboletes. Tienen a mi tía y a tu madre, así que no nos demoremos.
Joāo: ¿Qué? ¿Quién?
Creid: Ya te lo explicaré. ¿Tienes dinero?
Joāo: Sí. Mi madre dejó algo.
Creid: Te lo pagaré de alguna manera. Vamos.
Joāo: Bien. Pero explícame en el camino.
Ambos salieron camino a la terminal. En el camino, Creid le explicó la situación a Joāo a su vez que lo calmó.
Una vez en el bus, los chicos empezaron a hablar.
Joāo: Oye, Creid, ¿te pasa algo?
Creid: ¿Por qué lo dices?
Joāo: Tal vez sea por lo de tu tía, pero cuando salimos del templo no sólo se te veía cansado, sino un poco asustado.
Creid: Sí… puede ser. Fue una experiencia nueva.
Joāo: No me refiero a eso. Cuando leíste el libro, despertaste y te quejabas.
Creid apartó la mirada y permaneció en silencio. Joāo lo notó enseguida y lo acosó para que le contara.
Creid: No sé si tan siquiera pueda contártelo.
Joāo: Hazlo con toda confianza.
Creid: Bien. Sé que no puedes contárselo a alguien de todos modos.
Creid empezó con el relato de lo sucedido.
"Cuando estaba pasando las páginas vi una portada bastante inquietante. Un hombre rodeado de cuerpos, sentado en un trono con la cabeza agachada y una copa en ambas manos. Lo miré unos segundos y no tardó en absorberme. Me encontraba en la sala donde ocurría aquella imagen. Miré a mi alrededor, sintiendo cómo la oscuridad me devolvía la mirada. Fue entonces cuando aquella persona empezó a hablarme."
Extraño: Oh… aquél profeta tiene cada vez más la razón. Dime, pobre alma contaminada, tu nombre.
"Permanecí unos segundos en silencio, estaba asustado."
Extraño: ¿No piensas responderme? ¿Harás que te haga responder a las malas?
"Levantó un poco su cabeza, dejando ver el brillo de sus ojos que se destacaba por ser más oscuros que el mismo abismo. Decidí responderle."
Creid: Me llamo Creid, señor…
Extraño: Risas ¿Creid? Un gusto conocerte. Ya te conocía, sólo quería asegurarme que no me mentirías.
Creid: ¿Me conoces? ¿Cómo?
Extraño: Lo sé todo, Creid. Lo sé todo, pero mi condición impide ponerlo en práctica. Es como si supiese
todo, pero a la vez nada. ¿De qué sirve el conocimiento si estoy destinado a ser espectador?
Creid: No entiendo…
Extraño: Hablaré claro, entonces. Yo, querido Creid, también fui un Real, un Real de la sabiduría. El único Real antiguo del que aún se conoce de su existencia, pues a diferencia de los demás, quienes tuvieron la fortuna de morir y ser olvidados, yo cumplo hoy mi eterna condena.
Creid: ¿Real…? ¿Eres el de la portada, no?
Extraño: Sí, soy ese. Me gustaría presentarme, pero, siendo yo poseedor de las grandes respuestas, ni siquiera puedo recordar mi nombre.
Creid: ¿Qué es lo que quieres?
Extraño: Hablar un rato, o si prefieres, hacerte decidir.
Creid: ¿Decidir?
Extraño: Verás, Creid, en mi vida de gloria solía tener lo que yo consideraba como todo. Pero ahora es mi conciencia corrupta la que te habla.
Creid: Sigo sin entender.
Extraño: Estás condenado a mi mismo destino. Y es por eso que quiero advertirte.
Creid: ¿Destino?
Extraño: Dolor, sufrimiento, frustración y fracaso. Todos estamos condenados a el mismo destino, pero a diferencia de los demás, la muerte no podrá romper las cadenas que poco a poco te atan.
"Permanecí callado, no entendí nada de lo que decía."
Extraño: ¿Qué crees que será de tu vida y la de Joāo?
Creid: No lo sé. Supongo que no importa de momento.
Extraño: Ya veo. Iré al grano: No quiero que cometas mi mismo error. Tú y Joāo pueden romper la cadena.
Creid: Explícate.
Extraño: Fui, ignorantemente, testigo de cómo los cometas se hacían polvo; una vida tan fugaz que les permitió ser testigos de la verdad. Como verás, hoy me siento en un trono cubierto con la sangre de mis aliados que dieron su vida por la verdad que ellos creían como absoluta. Fue entonces que me di cuenta que podía cubrir los ojos de mis verdaderos enemigos, a quienes consideré amigos en un momento, con la intensa escarlata que cubría mi corazón. Cuando me di cuenta ya era muy tarde; yo mismo me condené, sin darme cuenta, a la pena que cada día hasta el fin de la eternidad del dolor he de cargar.
"Volví a quedar en silencio ante tales palabras."
Extraño: Es por eso, Creid, que quiero y sigas mis consejos. Pues el final que te acomete es de todo menos satisfactorio.
Creid: ¿Por qué debería creerte?
Extraño: Decides no creerme aún viendo mi situación, pero decidiste creerle sin cuestión a un falso arcángel el primer día en que llegó a ti.
Creid: ¿Por qué Walter mentiría?
Extraña: ¿Por qué Walter no mentiría? ¿Acaso le importa tanto vencer a aquello que te hace ver como enemigo? ¿No es extraño los secretos que guarda en su ser? Dime, Creid.
Creid: No lo sé… Tampoco confío en ti.
Extraña: No confíes en mi, entonces, confía en mis palabras. ¿No es extraño que con tan poco tiempo te sucedan cosas extrañas a diferencia de Joāo? ¿No es extraño que fue a ti quien llegó esta casualidad?
Creid: Tampoco lo sé…
Extraño: Es tu destino. Es el final que cada Real representante de la sabiduría que habita en el sinfín del universo ha de afrontar.
Creid: ¿Qué debo hacer según tú?
Extraño: Solo cuestiónate. ¿Por qué lo que haces está bien? ¿Por qué lo dice Walter? Mira, Creid, es ahora el peso de la gota con la que cargas, y la corrupción de la misma solo lo empeora. Es tu deber,
como Real de la Sabiduría hacer que todos entiendan.
Creid: Sigo sin confiar en ti.
"En menos de un parpadeo me encontraba de rodillas al frente de aquella persona. Sostenía mi cabeza y me decía:"
Extraña: Bebe, Creid, el elixir de la supuesta verdad. No te dará la verdad del todo como su nombre parece indicar, sino que te hará llegar a ella.
"No quería beber de aquella copa, así que me resistí. Al final, puso un poco en mi boca haciendo que lo tragase. Después decidí tirar la copa al piso."
Extraño: No pensé que fueras tan insolente y estúpido. ¿Eres realmente un Real de la sabiduría? ¿O eres un idiota que juega a ser uno? ¡Despierta de una vez! La vida que te asecha a ti y a todos tus conocidos es peor que la de un humano insignificante: Dolor, sufrimiento, fracaso, decepción, tristeza y soledad llena de infiernos mentales. ¡Sólo espero que cuando llegues a visitarme de nuevo hayas cambiado tu mentalidad de ignorante! ¡Deja de "fluir" y empieza a nadar! ¡El desesperante final de todo está escrito, sólo podemos hacer que el autor de este cambie de opinión!
"Mientras decía esas palabras se levantó del puesto alzando sus brazos. Enseguida los cuerpos tirados alrededor se levantaron, vinieron a mí y empezaron a comerme vivo. Fue ahí cuando desperté y me quejé del dolor."
Joāo quedó con la boca abierta, y antes de decir algo fue interrumpido.
Un coche a rápida velocidad hizo frenar en seco al bus en el que estaban. Seguido así de varias motos y uno que otro carro de policía.
John, que se encontraba en el carro perseguido por los demás, se encontraba asustado, sin saber qué hacer.
John: ¿Cómo terminé así? ¡Mierda! ¿Qué hago ahora? Se decía a sí mismo.
John recordaba la situación que lo llevó a terminar así:
Frustrado y lleno de ira, John había decidido ir tras unos hombres que llegaron en motos a amenazar a su padre. Los siguió sin que se diesen cuenta. Una vez llegó a la casa donde se escondían, John entró imprudentemente, agarró una de las pistolas que se encontraban allí y disparó a los presentes. Al darse cuenta, había matado a cuatro personas, una de esas destacaba por ser lo que parecía el jefe de la banda. Los vecinos, que escucharon los disparos, llamaron a la policía y así mismo llegaron más integrantes de la banda.
John corrió y agarró a un taxista que pasaba por allí. Sabía que no lo ayudaría, así que le amenazó con el arma que aún llevaba. Fue así como se dio a la persecución.
Llegaron a un aeropuerto. Sin darse cuenta el taxista se quedó sin camino a propósito para que llegase la policía. John se dio cuenta después de esto, y antes de salir decidió matar al taxista. Corrió por el aeropuerto y se metió a una avioneta sin saber a dónde se dirigía, amenazando de la misma manera al piloto para que lo dejase ir y arrancase de inmediato. La avioneta arrancó y pudo calmarse más.
John: ¿Por qué lo hice? ¿Por qué? No debieron haberse metido con mi familia. Volveré, y si queda alguno de ellos, los mataré.
John pudo calmarse del todo, enseguida le pidió disculpas al piloto que, al ver tal acto de bipolaridad se sintió en alto peligro.
John: ¿Hacia dónde se dirige este avión?
Piloto: Hacia la Antártida. Llevo algunos combustibles y explosivos, así que deja el arma a un lado y con seguro para que no explotemos.
El piloto se sintió más seguro al decirle eso y ver que le hacía caso.
Mientras, John se preocupaba más por saber qué haría. Un rato después cayó dormido.
La vía estuvo cerrada unos minutos. Luego continuaron con el viaje el cual fue interrumpido por un control que se hacía debido a la persecución antes dada.
Se quedaron alrededor de 2 horas, había una larga fila de autos y sentían no avanzar. Revisaron papeles a todas las personas, pues de dieron cuenta que aquella pandilla estaba relacionada a un enorme tráfico de drogas y trata de blancas que asustaba a todo el país.
Creid y Joāo, al ser menores de edad y estar viajando solos, hicieron dudar a los policías que casi los bajan del bus, pero por suerte convencieron a los oficiales y siguieron el viaje.
Llegaron al amanecer, y una vez allí decidieron llamar al número de antes. Contestaron enseguida.
Creid: Bien, ya estamos acá. Ahora dinos dónde tenemos que ir.
Nadie parecía responder.
Creid: ¿Hola?
…Silencio absoluto se escuchaba a través del teléfono. De repente un grito desesperado y desgarrador rompió el silencio, ha
ciendo que Creid y Joāo quedaran blancos...