Sintiendo el frío en su espalda, Kura abrió los ojos por primera vez en mucho tiempo, viendo un techo desgastado, con dificultad, se levantó de la mesa en la que estaba recostado y miró a su alrededor.
Se encontraba en un estudio antiguo, las estanterías llenaban la habitación pero extrañamente no había un solo libro, al lado de la mesa estaba la espada de exterminio, la recogió y la sostuvo contra su pecho, después de haberla sostenido por primera vez ya no le producía miedo, sino una sensación de cercanía como si fuera parte de él.
Se levantó de la mesa de piedra, dándose cuenta de que estaba desnudo, buscó por la habitación hasta encontrar un esqueleto que vestía ropa negra con piezas de armadura y una capa negra, le quitó la ropa al esqueleto y se la puso, la sentía un poco suelta pero de repente se ajustó a su cuerpo ajustándosele perfectamente.
Ya vestido, Kura buscó la forma de salir del estudio. Rápidamente encontró lo que parecía ser la salida. Abrió la puerta y encontró una escalera de caracol. Bajó las escaleras durante varios minutos hasta encontrar una puerta. Cuando pasó por allí, se encontró en una torre en el centro de un prado circular con un estanque. Alrededor del prado había árboles gigantes que eran incluso más altos que la torre en la que se encontraba.
Después de mirar a su alrededor, Kura se agachó y tocó la hierba bajo sus pies. Se sentía familiar pero desconocido. No tenía recuerdos de su vida anterior, pero todavía se sentía familiarizado con ciertas cosas.
Estuvo un rato tocando la hierba hasta que se dio cuenta que no reconocía su propio rostro, por lo que se dirigió al estanque. Al llegar allí lo que lo recibió fue un rostro desconocido.
Tenía el cabello negro con mechones puntiagudos hasta la nuca y ojos rojos que transmitían frialdad. No parecía tener más de veinte años Kura se tocó la mejilla y tardó un rato en darse cuenta que era su propio rostro el que se reflejaba en el estanque.
Estiró su mano y golpeó el agua haciendo que su reflejo desapareciera, cayendo de espaldas en la hierba verde miró el cielo negro estrellado mientras sostenía la espada, era mucho que procesar, hace poco tiempo estaba siendo corroído en la oscuridad total y ahora estaba en un mundo diferente al suyo con la misión de eliminar a toda una raza.
-¿Debería completar la misión? - se preguntó Kura pero rápidamente se dio cuenta que no hacerlo no era una opción, el académico lo había amenazado y tenía miedo de regresar a la oscuridad donde dejaría de existir. Además, su misión era lo único que tenía en este mundo, estaba solo y literalmente su única compañera era su espada, era todo lo que tenía, estaba hecha para eliminar la plaga y era lo único que podía hacer.
Pasó aproximadamente una hora antes de que Kura se levantara de la hierba. Había pensado un rato antes de tomar la decisión de eliminar la plaga de este mundo. Sabía que sería complicado, pero confiaba en que lo que decía el académico era cierto. Buscaría qué hacer con su vida una vez que completara su misión.
-Bueno, ¿y ahora qué? - se preguntó Kura mientras pensaba cuál debería ser su siguiente acción.
Rápidamente decidió averiguar qué tan fuerte era para luego buscar dónde estaba uno de esos parásitos que mencionó el académico. Con la idea de probar las capacidades de su nuevo cuerpo comenzó a caminar hacia el bosque que rodeaba la pradera.
En el momento en que puso un pie fuera de la pradera Kura sintió un escalofrío y sintió presencias similares a las que había sentido antes pero mucho más débiles que ellas siendo iguales a él, esas presencias se acercaron a su ubicación a gran velocidad.
Rápidamente dedujo que eran parásitos. No había esperado encontrarse con ellos tan rápido. Dudó en encontrarse con ellos pero decidió ir con ellos cuando se dio cuenta de que no podía huir de ellos para siempre, por lo que corrió en dirección a los parásitos.
La velocidad de Kura era mucho mayor que la de cualquier humano en su mundo anterior, se movía ágilmente entre los árboles evitando o saltando sobre las raíces en su camino, su movimiento se sentía natural a medida que se acercaba cada vez más a los parásitos.
Cuando finalmente estaba a punto de encontrarse con los parásitos, de repente una bola negra se disparó hacia él como una bala. Instintivamente balanceó su espada en un movimiento de corte horizontal frente a él y partió el objeto por la mitad.
Antes de que la bola partida por la mitad, cayera al suelo, se desintegró en partículas negras que entraron en la espada.
Por primera vez en milenios, un parásito había desaparecido del mundo de forma permanente.
Después de haber eliminado al parásito, Kura se puso en posición defensiva cuando vio a dos más detenerse junto a los árboles mientras lo miraban, no eran tontos, habían visto como Kura había eliminado a su compañero de un solo golpe.
Kura finalmente vio a lo que se enfrentaba, eran bolas oscuras con seis patas largas, tenían tres ojos rojos y llegaron hasta el pecho de Kura, ambos parásitos comenzaron a correr alrededor de Kura a gran velocidad, eran tan rápidos que apenas podía verlos, de repente uno de ellos saltó hacia él, era más rápido que el anterior, Kura usó su espada para bloquear las patas delanteras del parásito que eran como lanzas.
Al mismo tiempo que bloqueaba al parásito, sintió un dolor agudo en la espalda, rápidamente empujó al parásito frente a él y se dio la vuelta haciendo un corte que fue esquivado por el parásito que había clavado sus patas en su espalda, ambos parásitos se alejaron y corrieron a su alrededor una vez más.
Al darse cuenta de la situación en la que se encontraba Kura decidió tomar medidas desesperadas ya que no tenía mucho tiempo para pensar.
Cuando el parásito lo atacó nuevamente, en lugar de bloquear, dejó que sus patas se clavaran en su pecho. Había sentido que las patas del otro parásito no habían penetrado profundamente; eran rápidas pero no tan poderosas.
Antes de que el parásito pudiera sacar sus patas de su pecho Kura lo atravesó con su espada y desapareció poco después, el parásito sobreviviente pareció volverse loco y saltó sobre Kura por detrás antes de que pudiera darse la vuelta y comenzó a desgarrar su espalda, estando solo era todo o nada o mataba a Kura o lo mataba a él.
Sintiendo su carne siendo desgarrada Kura agarró al parásito y lo estrelló contra el suelo frente a él en el suelo en respuesta comenzó a sentir que su pecho también era atacado, eliminó rápidamente al parásito.
Antes de poder recuperarse sintió la presencia de una gran cantidad de parásitos corriendo en su dirección, sabía que no podría enfrentarlos estando tan herido, comenzó a correr de regreso al prado donde estaría en una mejor posición, corrió lo más rápido que pudo en su estado actual, sintió que estaban detrás de él y poco a poco lo estaban alcanzando.
Al llegar al prado Kura cayó al pasto sintiendo un gran dolor en su cuerpo, había subestimado sus heridas, pero en el momento en que entró al prado se dio cuenta que ya no podía sentir a los parásitos, el prado era una zona segura, al poco tiempo ya no pudo evitar caer inconsciente por sus heridas, se preguntó si esta era la forma en que moriría antes de perder el conocimiento en el pasto.