Revisaba mi celular mientras intentaba ignorar los mensajes de mis padres. Siempre era lo mismo: "¿Cuándo conseguirás un trabajo de verdad?" o "¿Cuándo vas a hacer algo con tu vida?". Dejé el celular a un lado y traté de concentrarme en mi rutina de ejercicios. No era mucho, pero al menos me ayudaba a mantener la mente ocupada.

De repente, el suelo tembló. El edificio entero crujió como si algo terrible estuviera por ocurrir. Me aferré al marco de la puerta, esperando que todo se calmara, pero entonces una luz apareció frente a mí, brillante y cegadora. En medio de esa luz, un extraño panel flotante se materializó.

Por puro instinto traté de apoyarme en algo, pero en el proceso, mi mano presionó accidentalmente un botón en el panel. No sabía lo que había hecho en ese momento, pero pronto me daría cuenta de que había cometido el peor error de mi vida.

En mi mente resonó una voz fría y mecánica:

"Bienvenido a la torre. Tiempo restante para la invasión: cero segundos. Iniciando el tutorial."

Antes de poder reaccionar, todo a mi alrededor se desvaneció. Fui transportado a un lugar completamente oscuro. No podía ver nada: ni mis manos, ni mis pies, ni siquiera el suelo bajo mí. Sentí una extraña vibración, como ondas eléctricas que se movían dentro de mi cuerpo, creciendo en intensidad con cada segundo que pasaba.

La voz volvió a hablar:

"Primera prueba: adaptabilidad. Dificultad: imposible."

De inmediato, las vibraciones se intensificaron, convirtiéndose en una descarga eléctrica que recorría cada fibra de mi ser. Caí de rodillas, sintiendo cómo mi cuerpo era empujado al límite. El dolor era insoportable.

Estaba al borde de la inconsciencia cuando comenzaron a pasar flashes de recuerdos por mi mente: mi vida aburrida, las constantes discusiones con mi padre, la soledad que me perseguía desde siempre. ¿Había valido la pena?

Pero entonces algo despertó en mí. Un instinto primitivo, una necesidad de sobrevivir. No puedo rendirme. Cerré los ojos con fuerza, soportando el dolor, decidido a no dejar que me venciera.

Cuando estaba a punto de quebrarme, la voz habló de nuevo:

"Adaptabilidad completa. Primera fase del tutorial completada."

Una luz cegadora me envolvió, y al abrir los ojos, ya no estaba en la oscuridad.

Frente a mí había un pasillo interminable, blanco como la nieve. Caminé lentamente, tratando de entender dónde estaba. Al final del pasillo, una puerta comenzó a emerger de la nada. Sin embargo, detrás de mí, un vacío negro y sin fondo comenzó a extenderse, tragándose todo a su paso.

"¡¿Qué demonios?!"

El vacío avanzaba cada vez más rápido, y sin pensarlo, comencé a correr hacia la puerta. Sentía mi corazón acelerarse, pero por más que corría, la puerta parecía alejarse. El vacío estaba a punto de alcanzarme cuando reuní toda mi fuerza y salté hacia la manilla.

Con un esfuerzo desesperado, logré aferrarme a ella, y la puerta se abrió. Una vez más, la voz resonó en mi cabeza:

"Segunda fase del tutorial completada. Resistencia."

Sin darme tiempo para recuperarme, fui transportado nuevamente. Esta vez me encontré en una habitación antigua, con paredes de madera y un ambiente pesado, como si algo me estuviera observando.

Frente a mí, una mesa se alzaba en el centro de la habitación. Sobre ella descansaba un tablero que parecía hecho de acero oscuro. Era frío, imponente, pero lo más extraño eran las fichas: cubos negros, simples pero extrañamente perturbadores.

Antes de que pudiera procesar lo que estaba viendo, lo sentí. Una presencia.

El ente apareció de la nada, como si hubiera estado allí todo el tiempo. No era humano. Su rostro era un vacío de oscuridad, y su cuerpo estaba cubierto por un traje antiguo y elegante. Se movió sin emitir un solo sonido, tomando asiento en una de las sillas frente al tablero.

Intenté retroceder, pero el ente alzó una mano y chasqueó los dedos.

En un instante, fui transportado nuevamente. Esta vez, me encontré sentado frente al tablero, en la silla opuesta al ente. No podía moverme. Solo podía observar cómo aquel ser alargaba una mano y movía una de las piezas negras hacia adelante.

De repente, el tablero desapareció, y en su lugar apareció un vasto campo de batalla. Podía sentir el viento frío, el olor a tierra y sangre. Criaturas comenzaron a materializarse frente a mí: orcos y duendes, armados con hachas y arcos. Sus gritos eran feroces, llenos de una rabia indescriptible.

No podía creer lo que estaba viendo. "¿Qué está pasando? ¿Qué es esto?" pensé, mientras el miedo se apoderaba de mí.

El ente no dijo nada. Solo me miraba desde el otro lado del tablero, o al menos eso creía, porque su rostro seguía siendo una sombra impenetrable.

"Es esto es un sueño... o algo más?" me pregunté mientras las criaturas se preparaban para atacar.

En ese momento, supe que aquello no era un sueño. Era el comienzo de algo mucho más oscuro.