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"El anclaje universal"

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Synopsis

Chapter 1 - Capítulo 1: El Legado de la Singularidad

Braulio siempre había sido un hombre curioso. Desde pequeño, los misterios de la existencia lo atormentaban. No era una curiosidad típica, como la de un niño que pregunta por qué el cielo es azul; era algo más profundo, visceral. Qué somos, por qué estamos aquí, qué significa realmente todo esto. A sus treinta y cinco años, había recorrido medio mundo buscando respuestas: templos olvidados en la India, archivos oscuros en universidades europeas, e incluso bosques amazónicos donde los chamanes le contaban historias que rozaban lo divino. Pero ninguna respuesta satisfacía esa insaciable sed de verdad.

Fue Dante, su mejor amigo desde la universidad, quien lo introdujo a un misterioso libro titulado "El Legado de la Singularidad." Era un tomo antiguo, encuadernado en cuero ajado, con letras grabadas que parecían brillar bajo cierta luz. Dante lo había encontrado en una biblioteca perdida en un rincón olvidado de Marruecos. "Esto es diferente, Braulio," le dijo. "No es filosofía, ni ciencia, ni religión. Es todo eso junto, pero también algo más."

Braulio no necesitó más incentivo. Esa misma noche, comenzó a leer. El texto era una mezcla desconcertante de códigos matemáticos, poemas crípticos y relatos que parecían venir de civilizaciones perdidas. Cada página era un laberinto que desafiaba la mente, pero también provocaba una sensación extraña, como si cada palabra tuviera un eco dentro de él.

Pasaron semanas, luego meses. Braulio y Dante dedicaron incontables horas a descifrar el libro. Había algo inquietantemente personal en su contenido, como si cada página hablara directamente a su alma. Luego, una noche de tormenta, Braulio llegó a un capítulo titulado "El Centro del Todo." Las palabras parecían bailar ante sus ojos, y una frase en particular se grabó en su mente: "El universo es una verdad singular y, como toda verdad, tiene un rostro."

Dante, intrigado, lo convenció de que debían seguir las pistas que el libro ofrecía. Una serie de coordenadas los llevó a un pequeño pueblo en el desierto de Atacama, en Chile. Ahí, encontraron una cueva que no aparecía en ningún mapa. En su interior, hallaron un dispositivo que desafiaba toda explicación: una esfera flotante que pulsaba con una luz tenue y que, al tocarla, transmitía pensamientos e imágenes.

Cuando Braulio tocó la esfera, fue como si el tiempo se detuviera. Su mente se llenó de visiones del cosmos: galaxias naciendo y muriendo, estrellas colapsando en agujeros negros, mundos llenos de vida y otros desolados por guerras. Pero lo más impactante fue una imagen recurrente: un hombre de mediana edad, con un rostro común pero inexplicablemente familiar, caminando por un parque. Ese hombre, según las visiones, era Alonso.

Cuando Braulio regresó a la realidad, Dante lo miraba preocupado. "¿Qué viste?" Braulio apenas podía hablar. "Es él... el centro de todo."

La búsqueda de Alonso comenzó de inmediato. Dante estaba escéptico pero decidido a apoyar a su amigo. Las pistas los llevaron a Madrid, donde finalmente encontraron al hombre que habían visto en las visiones. Alonso era un profesor de literatura que vivía una vida simple, sin nada extraordinario. Cuando Braulio y Dante lo abordaron, Alonso se mostró comprensiblemente confundido. "¿Centro del universo? ¿De qué están hablando? Yo solo soy un tipo normal."

Pero Braulio no podía dejarlo ir. "No entiendes, Alonso. Todo lo que hemos investigado, todo lo que hemos visto, apunta a ti. El universo entero parece girar en torno a tu existencia."

Alonso, tras muchas dudas, accedió a hablar más con ellos. A medida que compartía detalles de su vida, Braulio y Dante notaron patrones extraños: eventos casuales que resultaban ser fundamentales para otras personas, decisiones aparentemente insignificantes que desencadenaban consecuencias enormes. Era como si Alonso fuera una pieza clave en un engranaje que mantenía al universo funcionando.

Una noche, mientras discutían estas revelaciones, Alonso tuvo un sueño. En él, se encontraba en un vacío infinito, frente a una figura luminosa que solo podía describir como "la esencia del universo." La figura le habló: "Tú eres el punto de anclaje, Alonso. No porque seas especial, sino porque así fue decidido. Sin ti, todo colapsa."

Alonso despertó bañado en sudor y compartió su sueño con Braulio y Dante. Para Braulio, esto era la confirmación final. Pero para Alonso, era una carga insoportable. "¿Qué se supone que haga con esta información? ¿Cómo se vive sabiendo que todo depende de ti?"

Braulio intentó consolarlo. "No tienes que hacer nada diferente. La verdad del universo no te exige cambiar. Simplemente existes, y eso basta."

Sin embargo, las cosas no fueron tan simples. A medida que la noticia del descubrimiento se expandió entre los círculos de investigación a los que Braulio y Dante habían compartido sus hallazgos, otros comenzaron a buscar a Alonso. Algunos querían estudiarlo, otros adorarlo, y unos pocos destruirlo, creyendo que eliminándolo podrían liberarse de un destino predeterminado.

La tensión creció hasta que, un día, Alonso desapareció. Dejó una nota breve: "Necesito entender esto por mí mismo. Gracias por mostrarme la verdad, pero ahora debo encontrar mi camino."

Braulio y Dante se quedaron desolados. Habían dedicado tanto a descubrir la verdad que no sabían qué hacer ahora que la pieza central había decidido apartarse. Pasaron los años, y aunque Braulio continuó investigando los misterios del universo, algo en él había cambiado. Había aprendido que, a veces, las respuestas no eran lo importante; lo que realmente importaba era cómo vivíamos con las preguntas.

Un día, muchos años después, recibió una postal sin remitente. En ella solo había tres palabras: "Sigo aquí. Gracias." Braulio supo de inmediato que era de Alonso. Y aunque nunca volvieron a encontrarse, Braulio sintió una paz que nunca había conocido. Tal vez la verdad del universo no era algo que debiera ser comprendido del todo. Tal vez, como Alonso, todos somos puntos de anclaje en nuestras propias historias, sosteniendo mundos que ni siquiera sabemos que existen.