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Maximum Status

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Synopsis

Calamidad.

El estruendo de la batalla era todo lo que distinguía, pero todo se detuvo cuando aquel horrible grito hizo crujir la tierra. Solo el equipo de vanguardia sabe lo que ocurrió en esa mazmorra."

Esas fueron las palabras con las que, posteriormente, un miembro del grupo de contención describió el momento en el que acabe lo que, en un futuro, sería conocida como la primera mazmorra clasificada con el grado de Calamidad.

Bien adentrados en las catacumbas iluminadas con viejas antorchas de fuego azúl y enormes cristales de brillo espectral un dúo de individuos particulares estaban en un gran salón, separados por una enorme multitud de oponentes, un hombre de cuerpo fuerte y recubierto en cicatrices se encontraba luchando contra una infinidad de esqueletos recubiertos con armaduras a la vez que empuñando Armas de un cristal morado y brillante, aquel hombre atravesaba las filas enemigos con facilidad, empuñando un par de hachas de mano destrozaba tanto las armaduras de cristal como a los entes que las portaban, al caer al piso los cristales se rompían en fragmentos, a su vez estos perdían color y los esqueletos que portaban aquellas armaduras rápidamente se convertían en polvo al ser derrotados.

"¡Cuidado con los cristales rotos, Yaga! Parecen frágiles, pero son tan afilados como la obsidiana", –gritó el sujeto de larga cabellera, sintiendo cómo, con cada arremetida descuidada y brusca, los esqueletos que lo rodeaban no perdían la oportunidad de intentar atacarlo, cortando su carne y haciéndolo sangrar ligeramente. El estilo de pelea agresivo y feral de este hombre explicaba las cicatrices en su cuerpo. Leered era el nombre de este individuo.

"¡Ja! No me digas que ya estás lleno de heridas. ¿Acaso los humanitos son tan frágiles?" –respondió una corpulenta figura. se trataba Yaga, de la raza de los gigantes, un hombre con musculatura prominente. Sus cabellos plateados y negros se movían al viento con cada palabra, pues se encontraba frente a una figura de dimensiones similares a las suyas. Un enorme golem de cristal intercambiaba golpes con el gigante, cargando pesadas masas en cada mano. Golpeaba el fornido cuerpo de Yaga, mientras este solo se lanzaba ligeramente hacia atrás para amortiguar los impactos.

"¿Crees que a los demás les hayan tocado comandantes así de aburridos?" –preguntó Yaga al momento de atrapar las manos de su enemigo justo antes de propinarle otro golpe.

"Claymore dijo que eran 3 monarcas, se supone que este es el del ejército de diamante" –decía Leered mientras sus golpes se volvían más violentos, sus hachas de movían velozmente y con cada arremetida comenzaban a brillar, una con un brillo anaranjado, la otra con un brillo azúl.

"Si este es un comandante, entonces tu y yo somos Dioses de la guerra" –en ese momento Yaga lanzó un poderoso rodillaso que rápidamente lanzó a su enorme oponentes varios metros hacia atrás, dañando enormemente la armadura del mismo dejando ver que dentro de aquel Golem se encontraba un esqueleto de descomunales dimensiones, rápidamente la bestia tomó uno de sus mazos mientras se reincorporaba, comenzando este a soltar un brillo plateado el cual recolectaba los fragmentos de cristal a su alrededor y los regresaba a su posición original, restaurando la armadura.

"Suficiente calentamiento gigantón, los demás deben de estar esperándonos, ¡pongámonos serios, destroza el núcleo de esa cosa y reunámonos con los demás!"– gritó Leered mientras sus hachas ahora parecían desprender una energía extraña a la vez que sus ojos se iluminaban.

"Pensé que no lo pedirías nunca, enano" –dijo el gigante a la par que hacía crujir sus nudillos con un choque de puños, en sus manos comenzaban a forjarse unas flechas de un intenso color rojo a la vez que sus ojos brillaban como los de su compañero y una pícara sonrisa se dibujaba en su rostro.

Rápidamente el gigante se lanzó contra su oponente, aprovechándose de una pequeña grieta que aún no acababa por regenerarse en la pesada armadura de su enemigo, Yaga alzó el brazo mientras formaba un puño con su mano, la línea que antes solo estaba dibujada en su mano ahora recorría todo su brazo brillando como si estuviera apunto de encenderse en llamas, "¡Direct Hit!" gritó aquel hombre mientras en un abrir y cerrar de ojos su brazo había atravesado la armadura del monstruo, sacando desde dentro una esfera multicolor, como una enorme perla que resplandecía en colores morados, rosados y verdes, arrancandola desde adentro del monstruo mientras este soltaba un fuerte quejido mientras su armadura comenzaba a perder color, del otro lado de aquel salón Leered no se quedaba atrás pues mientras su camarada atravesaba la armadura de su oponente, el humano repleto de cicatrices dió un gran salto mientras sus armas llegaban a la cúspide de su brillo, parecía como si en cualquier momento fuesen a explotar, tras unos segundos en el aire Leered se abalanzó contra la horda de guerreros de cristal, cayendo mientras propinaba un fuerte golpe acompañado de un grito "Colmillos de lobos gemelos: ¡aullido perpetuo!" resonó en toda la habitación mientras un muro de llamas blancas como el sol atravesaba a los enemigos, los cuales fueron devorados por las llamas aunque no cayeron con ellas, el ejército se quedó completamente quieto mientras las llamas se disipaban y una vez desaparecieron comenzaron a caer las armaduras una a una, todas habían quedado huecas tras el ataque de Leered.

"¡Nada mal para un humanito!" –dijo Yaga el cual había bloqueado el muro de llamas usando el cuerpo de su oponente, lanzandolo a un lado una vez esta se dispersaron y con ello rompiendo aquella gran perla negra en su mano, soltando un enorme brillo verde, tras eso simplemente chocó las palmas con su compañero.

"Puedo ver por qué aquellos con afición a Ignis son tan populares entre los niños, esas llamas tuyas son muy vistosas"– dijo Yaga mientras pateaba una de las armaduras de cristal a un hueco en la pared, destrozándola en el acto.

"Si queríamos acabar rápido lo mejor era lanzar un ataque en área para acabar con todos los pequeños, pero bueno, ¿nos vamos?, ya sabes como son Claymore y Anvil, si no acabamos con el jefe de mazmorra más monstruos poderosos seguirán saliendo a la superficie y no creo que el equipo de contención pueda seguir luchando por siempre." – decía Lee, caminando rumbo a aquel estrecho hueco en el muro que supuso debía ser la entrada al próximo nivel de la mazmorra.

"Oye el sistema de rangos sirve para algo, puede que los de rango bronce y algunos de plata mueran, pero tal vez unos cuantos de oro en adelante consigan subir su nivel, no le vendría mal a la organización forjar más héroes de nivel Adamantina, ¿o no?" –dijo el gigante mientras la figura de su compañero humano se desvanecía entre las sombras, así que solo limitó a encorvarse un poco para seguirlo en aquel túnel.